Los indolentes. Cuando al hurgar en cajas abandonadas, el joven Néstor (Miguel Narro) descubre un viejo examen que reprobó en una Olimpiada Matemática y que en parte le decidió a abandonar sus estudios, se afianza en él la sospecha de que muchos de sus anhelos, en particular emigrar a Estados Unidos para dejar atrás el páramo norteño en que vive y que ya no soporta, pudieran estar destinados al fracaso, como otros intentos suyos de sobresalir en la vida. Su reiterado fracaso como bateador en partidos de beisbol incrementa su inseguridad frente sus amigos y un hermano, quien en este deporte le aventaja como imagen viva de asertividad y éxito. Esa sensación de desasosiego se vuelve más inquietante aún cuando en el hotel donde trabaja como recepcionista, entabla amistad con Feldman (Peter Theis), un hombre maduro estadunidense, de paso por Saltillo, quien advierte a Néstor sobre la importancia de perseverar en sus propósitos, no caer en la indecisión o indolencia, y evitar a toda costa la mediocridad. El propio visitante extranjero, encargado de cursos de formación de personal de hotelería, se asume, didáctica y paradójicamente, como modelo mismo de un hombre fracasado.
En Días de invierno (2020), su primer largometraje de ficción, el realizador y guionista Jaiziel Hernández Máynez, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), elabora un retrato minucioso de su protagonista, un joven taciturno cuya vaga aspiración de operar un cambio radical en su vida se ve frustrada por la supuesta obligación de atender a Lilia (Leticia Huijara, notable), su madre viuda, cuyos otros dos hijos mayores han emigrado a Estados Unidos. En rigor, cuidar de una madre que pese a haber perdido recientemente su empleo, ostenta una seguridad moral y un narcisismo físico no por tardío menos apabullante, hace que la responsabilidad filial se vuelva más una excusa para justificar la desidia que un compromiso familiar verdadero. Algo similar sucede con Gaby (Saidde García Ulloa), novia de Néstor, quien casi pierde la paciencia ante el carácter indeciso y contradictorio del joven deseoso a la vez de una vida nueva en el extranjero y de una estabilidad doméstica que a ella muy poco le interesa. Néstor, un hombre sin mayores cualidades, es así una figura muy opaca al lado de dos mujeres que por encima de sus experiencias negativas, en lo profesional o lo amoroso, aún muestran un aplomo y una curiosidad vital tristemente ausentes en el ser masculino amado. Días de invierno explora, de modo sutil y perspicaz, esta soterrada lucha de los sexos en un medio social fronterizo donde imperan el culto a la virilidad y la violencia.
Luego de plantear este fuerte contraste en las conductas de los personajes, Días de invierno reivindica el ímpetu emprendedor de Néstor en la escena en que el joven resuelve un duro percance en la carretera al lado de su madre. Se trata de un momento notable en que la acción rompe con el ritmo moroso del relato, un ritmo sin duda elegido deliberadamente como reflejo de las vacilaciones e incertidumbres que manifiestan los personajes, en particular Néstor y el taciturno y enigmático Feldman. Para éste último el tiempo es un factor temible y engañoso en la vida: transcurre con rapidez insospechada, devorando a su paso las certezas juveniles y dejando una estela de frustraciones, sólo comprensibles cabalmente en la edad madura. Para Néstor el equivalente de ese pesimismo es su compleja relación con su terruño de provincia capaz de desgastar y enterrar sus ambiciones. Los días de invierno a que alude en su título la cinta son en realidad los momentos de definición y balance en la vida de los personajes. Difícil esperar que dicha introspección existencial pudiera ofrecer en pantalla un ritmo narrativo diferente. En su ópera prima de ficción, el director coahuilense revela, por encima de sus reiteraciones temáticas y los tropiezos formales en la realización, una voluntad interesante, posiblemente compartida con su coguionista Oriana Jiménez, por explorar, además de cuestiones de género, los sedimentos más profundos en el impulso por abandonar el país natal y emigrar a un territorio incierto, acto que en algunas ocasiones poco o nada tiene que ver con un mero imperativo económico.
Días de invierno se exhibe en la Cineteca Nacional, Cine Tonalá, Cinemanía, Cinemex y Cinépolis.