Madrid. En el partido español de extrema derecha Vox y en su órgano doctrinal, la Fundación Disenso, nadie responde a las preguntas más simples: ¿quiénes financian los programas de adoctrinamiento de jóvenes latinoamericanos? ¿cuáles son los objetivos de esos planes? ¿por qué hay tanto interés en penetrar en las instituciones de países como México, Uruguay, Perú, El Salvador o Chile? En respuesta sólo hay silencio, oscurantismo e, incluso, suspicacias poco amigables.
La Jornada ha intentado durante las pasadas 72 horas conocer la opinión de los responsables de la Fundación Disenso y de la propia enviada por el Senado a sus cursos de adoctrinamiento, la panista Alicia Galván López, pero la respuesta hasta ahora ha sido un “no” rotundo. El último mensaje recibido de los responsables de la Fundación Disenso a este corresponsal fue aun más explícito: “Esto no va a ser posible”. Una respuesta que se sumaba a las negativas a aclarar el origen de su financiamiento, a explicar con detalle el programa ideológico de sus planes de formación, financiados con dinero del erario español, al tener al menos una parte del soporte económico procedente de la Fundación Disenso, por tanto de Vox.
El programa de adoctrinamiento en el que está inmerso la funcionaria pública mexicana, enviada a su vez por la legisladora panista y vicepresidenta del Senado, Alejandra Reynoso, es el primero que realiza la Fundación Disenso. Este plan forma parte del plan global que inició hace poco más de un año la dirigencia de la extrema derecha agrupada en Vox, que consiste en centrar una parte de su “lucha política” en la llamada “iberosfera”, los 600 millones de personas que hablan español en el mundo. Pero sobre todo centran sus labores de adoctrinamiento y formación en los países de América Latina, donde aspiran a aumentar su influencia a través precisamente de este tipo de cursos de formación. Y con un discurso anticomunista, antiabortista, ultracatólico y negacionista de la brutalidad española durante la Conquista.
La fórmula de estos cursos de formación no es nueva. Es la misma que lleva utilizando el derechista Partido Popular (PP) desde hace más de dos décadas, impulsados en su día por la ambición del ex presidente José María Aznar, quien gobernó España entre 1996 y 2004, en erigirse en el líder “de Iberoamérica” y en convertirse en su principal interlocutor con el mundo. Por eso creó la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que formó también a decenas de cuadros jóvenes del PAN, y en la que se inspiró Vox para crear la Fundación Disenso.
El primer programa de Vox inició esta semana y durará sólo una semana más, en el que se escucharán sobre todo conferencias de los ideólogos de la extrema derecha europea, sobre todo los españoles de Vox, los franceses del Frente Nacional, los polacos de Ley y Justicia, así como los húngaros de Unión Cívica. Es decir, las formaciones políticas más extremistas y radicales de la derecha europea. Los siete jóvenes seleccionados son originarios cada uno de un país latinoamericano y todos ellos tienen algún cargo público u orgánico vinculado a alguna formación conservadora. De hecho para su elección previa se tomaron en cuenta sus “méritos” académicos y profesionales.
La financiación de la Fundación Disenso procede sobre todo del dinero público que recibe Vox como partido político, que en los años recientes se ha convertido en el tercer partido en votos y representación parlamentaria del país y por lo tanto ha aumentado notablemente sus arcas económicas. Pero Vox se financia sobre todo de las cuantiosas donaciones que recibe, sobre todo de las grandes y medianas fortunas españolas, pero también mexicanas e, incluso, algún vínculo con una familia católica iraní. Por ejemplo, en el ejercicio de 2019, Vox lo cerró con unos beneficios de 5 millones 300 mil euros, cinco veces más que el año anterior. Y sólo de donaciones privadas recibieron un millón 500 mil euros, cuando otros partidos mucho más grandes, como el PP o el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), sólo recibieron 300 mil euros.
Entre los nombres que figuran en el origen y financiamiento privado de Vox destacan algunos de los fundadores de las plataformas ultracatólicas HazteOir, la mexicana El Yunque o accionistas de algunas de las multinacionales más poderosas de España, como David Álvarez Díez, propietario de la empresa de seguridad Grupo Eulen –con presencia en México–, también figura la empresaria Esther Alcocer Koplowitz, en su día presidenta de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) y hoy socia de Carlos Slim y Juan Miguel Villar-Mir, entonces presidente de la constructora OHL.
A Vox y a la Fundación Disenso se les vincula también en México con la agrupación ultracatólica El Yunque y con plataforma digital Yoinfluyo.com, dirigida por Rosa Marta Abascal Olascoaga, quien es a su vez hija del histórico panista Carlos Abascal.