En 2026, el mundo celebrará el bicentenario de la primera fotografía conocida: Punto de vista desde la ventana en Le Gras. La imagen fue obra de Joseph Nicéphore Niépce, quien la hizo sobre una lámina de peltre recubierta de betún diluido en aceite de lavanda, y se registró tras ocho horas de exposición. Los daguerrotipos, las placas de emulsión y las húmedas, aparecerían a mediados del siglo XIX, y son origen de la fotografía moderna.
Con el paso de los años, este trabajo se convirtió en elemento fundamental en la historia de la sociedad, de la naturaleza y del cosmos. Por su calidad es una de las artes más preciadas. París es la ciudad que ofrece todo el año la obra de autores consagrados y noveles, y de movimientos que existen sobre dicho arte. Cuenta para ello con sitios dedicados a esa disciplina: desde museos, fundaciones y galerías, incluso avenidas y estaciones del Metro. Además, alberga los archivos más importantes del mundo. Datan de mediados del siglo XIX y muestran tanto la vida en Francia como la de otros continentes. Las que se refieren a México son espléndidas.
En noviembre, París se convierte en un inmenso y variado muestrario de la fotografía de ayer y hoy, al que se agrega la discusión sobre su papel en el campo social, económico, cultural y político de reconocidos estudiosos. Desde hoy, la mexicana Flor Garduño se suma a dicha celebración, y lo hace en la prestigiosa galería de Sophie Scheidecker, que exhibe 35 obras que muestran su trayectoria artística.
Ella revela que inicialmente se interesó en ser pintora, para lo que estudió en la Academia de San Carlos. Pero dos ilustres personajes cambiaron el rumbo de su vida. En 1977, Kati Horna, que se convirtió en su mentora y le enseñó “las visiones con las que todavía trabaja”, y Manuel Álvarez Bravo, de quien fue por años su asistente y la orientó en las técnicas de la fotografía. Además de la disciplina y la persistencia que requiere dicho oficio.
Garduño es una de las figuras más importantes de la fotografía de México y América; sus imágenes sobre personas, escenas cotidianas y el mundo indígena figuran en las colecciones de museos, centros de arte y la Biblioteca Nacional de París. Un tiempo recorrió el sector rural de México, del que captó imágenes para ilustrar los libros de enseñanza.
Ahora, una flor mexicana engalana en París la fiesta mundial de la fotografía.