Ciudad de México. La presencia “inmortal” de Felipe Cazals inundó los Estudios Churubusco, “su casa”, en el homenaje póstumo que recibió a cinco días de su fallecimiento, despedida que él mismo dirigió, pues dejó dicho cómo quería que fuera.
“No quiso un tributo en Bellas Artes, cuyas puertas desde luego estaban abiertas; él lo quería al pie del Ariel, en su casa de los Estudios Churubusco, no quería coronas de flores, mortuorias. Aquí estamos director, siguiendo tus instrucciones”, expresó Alejandra Frausto, titular de la Secretaría de Cultura federal.
Los aplausos no cesaron en el tributo al realizador, aún después del minuto solicitado, la tarde del jueves, donde se resaltó su legado, trayectoria, calidez, generosidad humana, rigor profesional y su lucha en defensa del cine nacional. Así lo recordaron y despidieron su familia, amigos, colegas y la comunidad cinematográfica, “que se cimbra con su partida”.
El acto estuvo encabezado por Rosa Eugenia Báez, esposa del realizador así como por su hijo Felipe, además de la actriz María Rojo, el director Jorge Fons, la productora Bertha Navarro, así como la cineasta María Novaro, titular del Instituto Mexicano de Cinematografía.
Frausto dijo: “Aquí está Felipe arropado por flores de colores como él quería. Cazals logró el camino verdadero de los artistas: la libertad, la cual se conquista”.
Agregó que el camino más franco a la libertad es el del arte, pero no siempre es fácil y Felipe Cazals es ejemplo de esa autonomía creativa y absoluta a la hora de narrar historias en una época donde esta se tenía que arriesgar para decir lo que se pensaba y de la manera en que él lo hizo, pues “no se podía permanecer en libertad si uno era comunista”.
Incluso, su independencia nunca se peleó con su rigor artístico, “a la hora de filmar había casi una disciplina militar, quizá, por esa escuela que deja huella profunda en todas las personas que trabajaron a su lado”.
Subrayó: “Haremos todo lo que esté en nuestras manos para que conozcan su filmografía completa. Un minuto pasa muy rápido en una vida, en el cine puede convertir en una gloria a un cineasta o en un desastre”.
Entre flores multicolores, dos estatuillas del Ariel e imágenes del realizador, Fons expresó: “Ando buscando a Felipe, a mi amigo, a mi compañero, a mi hermano; me dijeron que andaba por los foros, que estaba ahí; fui a los cuartos de edición y se acababa de ir; no estaba en la sala de proyección; fui a su oficina y ya no existe; ando buscándolo desde los años 60 cuando era un jovencito y yo también”.
El cineasta recordó anécdotas con Cazals, sus películas, su amistad, la figura de su colega, quien fue “recto, firme, sincero; había que hablarle con la verdad, pues odiaba la mentira, la vulgaridad y la superficialidad”.
Por su parte, María Rojo manifestó emotiva: “Aquí estamos Felipe, con tus Arieles, con tus estudios Churubusco y con el cine mexicano que tanto has defendido hasta el último aliento”.
Prosiguió: “Aquí estamos algunos que tuvimos la fortuna de trabajar contigo; ese director que en el set proclamaba: ¡cállense! Que hacía del ambiente algo así como un ritual, iba muy bien con el rigor que se nota en todas sus películas”.
De alguna manera, señaló Rojo, “están aquí aquellos para quienes trabajaste, esos que también están por todo el país y a quienes con tus películas les pusiste un espejo enfrente para que se vean tal cual”.
En las cintas, “por medio de la ficción, denunciaste la realidad, el fanatismo, la degradación, la corrupción, la desesperanza, la arbitrariedad, los peligros del delirio del poder concentrados en una persona, así como el sectarismo ideológico que son una probadita de lo que tú denuncias sin titubear”.
La actriz enfatizó: “sí, el cine pierde a un gran realizador, pero la realidad va más allá porque en estos momentos requerimos que la cultura tenga presencias poderosas e independientes y las muy necesitadas críticas”.
El homenaje, realizado en el vestíbulo del edificio Luis Buñuel, fue amenizado por María Inés Ochoa. En el acto la Sociedad Mexicana de Directores entregó a Cazals, de manera póstuma, la medalla de oro por trayectoria. La recibió su pareja Rosa Eugenia Báez, quien expresó: “solamente quiero dar las gracias, porque Felipe decía que la vida eran los otros; y sí, él pudo hacer el cine que hizo gracias todos ustedes, a sus amigos, productores, actores, actrices y a sus asistentes, que lo querían tanto. Su vida fue el cine mexicano y sus amigos. Gracias a todos por estar aquí y buena vida allá arriba, Felipe, quien les manda muchos besos y abrazos”.