En todo el mundo, más de mil 200 millones de personas –lo que equivale a uno de cada tres residentes urbanos– carecen de algún servicio básico como agua, vivienda, drenaje o transporte de buena calidad, lo que conduce a las ciudades de los países subdesarrollados a seguir generando un crecimiento “desigual, inseguro y contaminante”.
Así lo advirtió el estudio “Siete transformaciones para ciudades más equitativas y sostenibles”, elaborado por la organización internacional World Resources Institute (WRI), en el cual se indica que, de seguir en esa misma dirección, las grandes urbes caerán en un ciclo de pobreza, baja productividad y daño ambiental en lo que resta del siglo e incluso después de éste.
El informe de 224 páginas señaló que la pandemia de Covid-19 intensificó las condiciones de desigualdad que ya existían en las ciudades, lo que ha afectado en particular a los sectores más pobres, quienes padecen una urbanización desordenada, “con grandes franjas de habitantes que viven en asentamientos informales y trabajan en la economía informal”.
Aciertos y desafíos
La investigación recomienda llevar a cabo una serie de transformaciones en temas de infraestructura, diseño, empleo, finanzas y gestión del territorio, y entre las urbes que analizó se encuentran las ciudades de México y Guadalajara, a las que reconoce algunos aciertos, pero también advierte sobre sus principales desafíos.
Entre los primeros se pueden contar la emisión del primer “bono verde” en 2016 y la creación de una infraestructura para ciclovías. Sin embargo, el estudio indicó que ambas ciudades forman parte de una dinámica de crecimiento “desordenado” donde los programas de construcción de vivienda sólo se enfocan en el precio de las casas, pero no consideran el alto precio de desplazarse desde sitios lejanos.
Un ejemplo de esta situación se observa en la capital mexicana, donde 62 por ciento de sus habitantes dicen invertir más dinero y cada vez más tiempo para llegar a sus destinos. Lo anterior, subrayó el WRI, “reduce la productividad, exacerba el tráfico y la contaminación”; además, con el paso del tiempo, suelen abandonarse las viviendas que se encuentran lejos de los centros de estudio y trabajo.
Las familias que compran casas de interés social en zonas alejadas, establece el informe, pagan 40 por ciento menos de lo que costaría una en zonas céntricas, pero sus desplazamientos cuestan el doble o el triple.