Imprudentemente precipitada, la batalla en el morenismo por la sucesión presidencial de 2024 ha arribado a la siempre complicada estación de lo judicial.
El abogado Gabriel Regino, alguna vez servidor público en el gobierno capitalino perredista, no ha ahorrado palabras para referirse a lo que entiende como una maniobra y venganza de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, a cargo de la claudista Ernestina Godoy, para obstruir la eventual candidatura de Marcelo Ebrard a la Presidencia de la República.
Regino ofreció ayer una conferencia de prensa en la que acusó de violaciones procesales y autoritarismo a la fiscalía capitalina en el caso del desplome de un tramo de la línea 12 del Metro en mayo de este año. El abogado representa a 15 ex servidores públicos del ebrardismo, de los cuales, contra 10 la oficina de Godoy pretende solicitar acción penal y centrarlos como responsables (“chivos expiatorios”, dijo Regino).
Abiertamente, el especialista en derecho penal señaló que en 32 años de litigio jamás había visto algo así: “una maniobra política disfrazada de justicia, una revancha”. Considera que la fiscalía claudista pretende culpar de lo acontecido en la L12 al diseño y la construcción (sucedidos durante la gestión de Ebrard) y no a la falta de mantenimiento (durante las administraciones de Miguel Ángel Mancera y la actual de Sheinbaum). Y que se pretende llegar a “acuerdos reparatorios” de élite sin asumir responsabilidades ni negociar con las víctimas para salvar al Grupo Carso, de Carlos Slim.
Regino no elude responder si estos retorcimientos judiciales provienen del grupo o de la propia Sheinbaum: “así es; no hay otra lógica”. ¿A qué se debe eso?, se le preguntó: “al 2024, evidentemente”. ¿La línea 12 para obstruir el camino de Marcelo Ebrard?: “absolutamente, así es” (youtu.be/mdj-0KkHscs).
Enrique Alfaro, ahora gobernador de Jalisco, y Raúl Padilla, jefe durante décadas del grupo que controla la Universidad de Guadalajara (UdeG), han sostenido una larga relación de amores y desencuentros políticos, de cercanías y distancias siempre de apariencias drásticas y posteriores mudanzas negociadas.
La más reciente causa de conflicto entre ellos ha sido la decisión del gobernador de reasignar 140 millones de pesos, que irían a un Hospital Civil de Oriente, en Tonalá, municipio conurbado a Guadalajara, aunque originalmente los universitarios consideraban esa partida para continuar con las obras de un Museo de Ciencias Ambientales (https://bit.ly/3vwPW68). El pasado viernes hubo una segunda marcha de integrantes de la UdeG en protesta por tal reasignación.
Ante eso, Alfaro tronó ayer abiertamente contra quien fuera rector de la UdeG: “Al señor Raúl Padilla y sus lacayos, de una vez les digo que la época oscura en la que manipularon a las instituciones, sometieron a los gobiernos para lucrar y hacer negocios personales, se acabó en Jalisco. Pueden patalear, hacer lo que quieran, pero esa etapa se acabó y no va a regresar”.
La declaratoria alfarista de guerra contra Padilla se produce en consonancia con los señalamientos que ha hecho el Presidente de la República, el más reciente el pasado 7 de octubre, cuando habló de las mafias (“no encontré otra palabra”) que dominan las universidades públicas. En ese contexto, mencionó: “El señor Padilla de Jalisco, no es rector, pero es el que manda en la Universidad de Guadalajara".
En la relación reciente Alfaro-López Obrador son detectables aires de entendimiento (un tanto afectados por la rechifla morenista al gobernador en un reciente acto en Temacapulín, por la construcción de una presa). En lo general, el mandatario estatal ha moderado sus críticas a la llamada 4T y se ha portado “institucional”, a lo que el federal ha correspondido en su ámbito. Habrá de verse si forman un frente común abierto contra Padilla quien, por cierto, ayer anunció el programa general presencial de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara. ¡Hasta mañana!
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