Cada día son más los videntes económico-financieros que juegan a los pronósticos en esa materia, aunque, en el sube y baja, rara vez atinan, de tal suerte que hay múltiples augurios sobre el futuro inmediato, tanto a nivel nacional como internacional. Todo tipo de grupos privados e instituciones, internas y foráneas, hacen públicos sus vaticinios y los promueven como verdad absoluta. Unos suman, otros restan, y así se la llevan.
Todo apunta a que 2021 será un buen año económico para México (aunque con un resultado que no alcanzaría para tapar el cráter causado por la pandemia en 2020), cuando apenas meses atrás esos videntes no daban un cacahuate; de hecho, la mayoría de sus pronósticos apostaban a un segundo año de desplome, con “argumentos” más ideológicos que económicos. Fallaron, una vez más, pero sin sonrojarse le siguen dando vuelo a la hilacha.
Uno de ellos, el Fondo Monetario Internacional, ha “reconsiderado” sus propios pronósticos (que suben o bajan de acuerdo con sus intereses políticos) de mediados de año y ahora resta 0.1 puntos porcentuales al resultado que espera de la economía mexicana en 2021.
El Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC, de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes) lo comenta así: “el Fondo Monetario Internacional actualizó las proyecciones de crecimiento para 2021 y 2022 respecto al producto interno bruto (PIB), bajando las previsiones publicadas en julio de este mismo año, principalmente por las circunstancias globales que afectan las cadenas de suministro internacionales, la inflación al alza en la mayoría de los países, la heterogeneidad de los avances de vacunación y la incertidumbre en los insumos energéticos. Por lo anterior, el crecimiento global esperado a finales del presente año es de 5.9 por ciento; para las economías avanzadas un promedio de 5.2; para las emergentes, 6.4 por ciento”.
Para el caso mexicano, el crecimiento anunciado en 2021 es de 6.2 por ciento y de 4 por ciento para 2022; es decir, la proyección disminuyó 0.1 puntos porcentuales con respecto al informe previo, dejando al país por debajo del promedio de los países en desarrollo. Para que este avance pueda generarse, las condiciones nacionales deben revertirse en el último trimestre del año. Por el momento, la producción industrial del país exhibe un crecimiento mensual de 0.4 por ciento y anual de 5.2, positivo, pero con un dinamismo menor al necesario, teniendo en cuenta que dos de los cuatro sectores industriales registraron números negativos. Hay que subrayar que la inversión es la única herramienta para recomponer la economía nacional, de tal suerte que es esencial mantener certidumbre e implementar planes estratégicos.
En otro tenor, el IDIC señala que en agosto pasado la producción industrial del país registró un crecimiento mensual de 0.4 por ciento y de 5.2 por ciento anualizado. Datos positivos, sin duda, pero dos de los cuatro sectores industriales reportaron números en rojo, lo que empuja a tener una tendencia estancada.
Las manufacturas en el país continúan con resultados heterogéneos: de sus 21 componentes, dos registraron retrocesos anuales. Su ciclo se encuentra a la baja, en línea con el estancamiento de este segmento en Estados Unidos. Hay que recordar la naturaleza exportadora del sector, por lo que su desempeño se asemeja al del país vecino. Productos textiles, excepto prendas de vestir, retrocedió 0.9 por ciento anual y equipo de transporte 4.4 por ciento anual; este último suma su segundo mes consecutivo en números rojos (sigue el desabasto de micro transistores).
La minería y la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final retrocedieron 0.1 por ciento y 2.5 por ciento, respectivamente, mientras la construcción avanzó 1.9 por ciento mensual.
La heterogeneidad en el crecimiento del país es síntoma de la desigualdad estructural entre las industrias, su dependencia internacional y debilidad ante impactos externos, por lo que urge una política para fortalecer la industria nacional.
Las rebanadas del pastel
La Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados aprobó el dictamen de la Ley de Ingresos 2022. La discusión pasará al pleno de San Lázaro, con una oposición que, sin propuestas alternativas y como disco rayado, a todo dirá “no”. ¿Por qué? Porque sus neuronas no dan para más, amén de que ya no recibe coimas.