En marzo de 2018, le entregaron al secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, el informe Que cada gota cuente: una agenda para la acción del agua, parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. El informe lo elaboró un panel de alto nivel con 11 jefes de Estado y un asesor especial en materia de agua. Lo copresidieron el entonces presidente de México, Enrique Peña Nieto, y la de islas Mauricio, Ameenah Gurib-Fakim.
“Necesitamos una nueva perspectiva: repensar cómo entendemos, valoramos y gestionamos el agua como un recurso precioso”, aseguran los firnantes, que hacen un llamamiento urgente y claro a todos los habitantes del planeta: “Allá donde uno se encuentre y haga lo que haga, todos tenemos la responsabilidad compartida en cambiar el futuro del agua”. En el documento se revela que 40 por ciento de la población mundial está afectada por la escasez de agua y que 700 millones de personas están el peligro de tener que desplazarse entre 2018 y 2030 por la falta de tan vital recurso.
El problema era ya grave hace tres años, pues 2 mil millones de personas estaban obligadas a consumir agua que no tenía todas las garantías de salubridad. Mientras 4 mil 500 millones no disponían de instalaciones sanitarias suficientemente higiénicas. A ello se suma que 90 por ciento de los mil desastres naturales más devastadores desde 1990 estaban vinculados con el preciado recurso. Además, no contar con agua potable o con muy poca, no solamente afecta la salud, sino que toca aspectos sociales, culturales, económicos y ambientales. Son las mujeres y las niñas las que más sufren por la falta de ella. Y 80 por ciento de las aguas residuales va a dar a los mares y ríos sin ser tratada, lo que impacta al medio ambiente.
El secretario general de la ONU recordó entonces que “el agua es un elemento esencial de los seres humanos. Sesenta por ciento de nuestro cuerpo está compuesto de agua, por lo que no es una exageración decir que la escasez del líquido es un asunto de vida o muerte”. Y por eso en el documento citado se reafirma que es “un recurso precioso y una de las mayores amenazas al avance económico, la erradicación de la pobreza, la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible”. Y advierte sobre la necesidad de establecer “políticas sólidas, una gestión transparente e ideas innovadoras”.
También, duplicar las inversiones en infraestructuras hidráulicas en el quinquenio 2018-2023, y buscar formas para hacer atractiva esa inversión. Aunque los “muchos cambios que se necesitan no van a ser fáciles”, es la forma en que el mundo podrá lograr así los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular el número 6, relativo al agua limpia y el saneamiento.
Más todo indica que en vez de solucionarse los problemas, se agravan. Recientemente, la ONU dio a conocer un informe de la Organización Mundial de Meteorología (WMO, por sus siglas en inglés), en el que advierte, que la crisis del agua es “inminente”, su escasez es un problema real en algunas regiones del planeta y el acceso universal estará lejos de ser garantizado en las próximas décadas. En el informe de la WMO se calcula que en los próximos 30 años podría haber más de 5 mil millones de personas con algún tipo de dificultad para acceder plenamente a este bien esencial.
El problema ya es muy visible: existen unas 3 mil 600 millones de personas que padecen las consecuencias de la escasez durante al menos un mes al año. Las consecuencias del cambio climático intensificaron las sequías y disminuyeron el almacenamiento de agua vía acuíferos, humedales, glaciares y nieve. Como resultado, la requerida para beber o regar cultivos disminuyó un centímetro al año las últimas dos décadas.
La mayor pérdida de masas de agua se concentra en territorios poco poblados (la Antártida o Groenlandia), donde hay descensos de hasta cuatro centímetros anuales. Pero existen otras regiones muy pobladas donde el volumen de agua no estará garantizado a medio plazo para toda la población: los países del Mediterráneo, el Sahel, el sur de África, el este de Sudamérica, India y otros países del sur de Asia. En el informe de la WMO se indica que las sequías son más recurrentes e intensas y en promedio duran 29 por ciento más que a comienzos de siglo.
En México, la crisis del agua es una realidad. Con el agravante de que no existe una política de Estado para enfrentarla, pese a tantas promesas de los funcionarios y los legisladores.