“Ojalá el maestro Vasconcelos hubiese sido el único que se pasó a la derecha; para desgracia del país todo su sistema educativo giró en la misma línea, por lo menos desde los infructuosos esfuerzos del maestro Narciso Bassols, secretario de Educación Pública en 1932, por incorporar la educación sexual a los planes de estudio de secundaria”, escribe a esta columna la maestra Amelia N.
“¿Ha habido algún intento –pregunta– por contrarrestar la seudocultura gringa y la creciente vulgaridad que a diario difunde la televisión comercial, esa eficaz saboteadora de la educación? Si los maestros no cuentan con planes de estudio contra contenidos mediáticos, ¿cómo neutralizar su negativa influencia en la ciudadanía? La escuela y la universidad no han querido hacerlo, menos familias, gobiernos y concesionarios, esos siniestros cómplices de la falsa democracia. Con el regreso a clases presenciales el retraso educativo es notable luego de casi dos años de confinamiento con fallidas lecciones en línea o insuficientes, pues muchos alumnos carecen de los aparatos elementales o tienen que trabajar para ayudar en casa. Si asisten a la escuela sólo 10 días al mes, las tareas tendrían que ser más estratégicas en cantidad y calidad. El retroceso en lectoescritura es muy alto; un alumno de quinto con una comprensión de tercero.
“Además, baja velocidad de lectura y escritura, con una pobre ortografía y puntuación, así como poco oído para el reconocimiento de palabras, un patético no saber por falta de estudio y pésimos hábitos gracias, repito, a la televisión, videojuegos, mensajes de voz y alarmante empobrecimiento del habla, mayormente soez, y la escritura, pero familiarizados con un perverso fomento de la violencia como forma natural de convivir, amén de chismes, sensualismos dudosos, catástrofes y negativismo. Así no hay sistema educativo que se traduzca en ciudadanos atentos a su realidad. Este retroceso pareciera estar fríamente calculado, excepto seguir fomentando el consumismo, sin importar la acumulación de millones de toneladas de basura para protegernos de la pandemia. Ahora, nos debería quedar muy claro que tamaño retroceso no es el final, sino la imperiosa necesidad de modificar criterios de convivencia, de consumo, de aproximación a los medios electrónicos, de revisión de actitudes y de sentidos de vida, así como fomentar la cultura del aseo, tanto físico como mental” –concluye.