Moscú. El recién relecto presidente de la Duma o Cámara de Diputados de Rusia, Viacheslav Volodin, afirmó ayer que el Premio Nobel de la Paz ha perdido prestigio y para volver a tomarlo como algo serio sería conveniente que quienes lo otorgan piensen en un mecanismo para poder revocarlo.
El líder del oficialismo en la cámara baja del Parlamento hizo a título personal, desde su canal en la red social Telegram, la sugerencia de que se pudiera retirar el premio, pero es obvio que al Kremlin no le gusta que lo critiquen.
Tampoco es de su agrado que este año la edición del Nobel de la Paz correspondiera al periodista Dimitri Muratov, director del periódico de oposición Novaya Gazeta, que publica todo lo que las autoridades preferirían que no se hiciera del dominio público, y –para colmo– uno de sus propietarios (aunque no interfiere en la política editorial), Mijail Gorbachov, también es Nobel de la Paz.
Volodin no menciona a Muratov pero, entre otros ejemplos de personajes que a su juicio nunca debieron haber recibido esa distinción, cita a “la política birmana Aug San Suu Kui, quien justificó el genocidio de la etnia rohinya, a Barack Obama, en cuya administración se produjeron las primaveras árabes y estalló el conflicto en Siria”, y sí menciona el caso de Gorbachov.
Para él, el primer y último presidente soviético “provocó con su gestión la desunión de los pueblos, una de las mayores catástrofes geopolíticas del siglo XX, la disolución de la Unión Soviética. Las repúblicas que formaban parte de ella y que ahora son estados independientes hasta ahora padecen sus efectos demoledores. ¿Por cuál ‘proceso de paz’ le dieron el premio?”
Concluye que, sin embargo, a ninguno de los nombrados por él se le retiró el Nobel “a pesar de haber cometido grandes errores, que a veces desataron guerras”.
Según Volodin, “es evidente que con ese tipo de decisiones –precisa: “a diferencia de los criterios que se manejan para otorgar el premio en materia de ciencias”–, el Nobel de la Paz se ha desacreditado. (…) Es inadmisible que personas relacionadas con crímenes horribles, con violaciones de los derechos y libertades del ser humano sigan ostentándose como premiados, y quienes lo merecen de verdad, no lo hayan recibido”.
El presidente de la Duma no menciona a quién se refiere como injustamente ninguneado, pero cualquier ruso podría saberlo con sólo acordarse que Volodin es el único político local que, como desmesurada demostración de lealtad, se permitió decir hace unos años, en relación con el presidente de este país, su jefe, que “Rusia es Putin, y sin Putin Rusia no es nada”.
En tanto, esta semana siguió creciendo la lista de “agentes extranjeros”, que más allá de la etiqueta que denigra y aleja anunciantes, complica sobremanera la labor de cualquier medio de comunicación, llegó al extremo de incluir a Respublik, portal digital cuya única fuente de financiamiento son las suscripciones de sus lectores.