ONU Mujeres expuso que las mujeres que trabajan en el campo representan hasta 20 por ciento de la fuerza laboral agrícola en los países de América Latina, pero los datos oficiales “subestiman” sus contribuciones a la producción agrícola, debido a que trabajan principalmente en cultivos de subsistencia, sobre todo horticultura, cría de aves de corral y ganado menor para consumo doméstico.
Indicó que con frecuencia el trabajo agrícola de la mujeres es “invisibilizado”, lo que incide en que tengan menor acceso a recursos productivos, créditos y asistencia técnica.
En el contexto de los días mundiales de la Alimentación y de la Mujer Rural, añadió que este sector enfrenta desigualdades como el trabajo informal, sobrecarga de labores y dificultad para acceder al agua, insumos agrícolas, seguros y capacitación.
Nadine Gasman, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), aseguró en el foro “Desafíos de la participación y representación de las mujeres en los órganos agrarios” que, cuando se niega a una mujer la titularidad de la tierra que trabaja, se le impide tener un ingreso, el acceso a apoyos públicos, proyectos productivos, a un patrimonio y a la toma de decisiones en los órganos de representación.
Por otra parte, el Grupo Intersecretarial de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad (Gisamac), informó que desarrolla un programa de distribución de alimentos frescos (propios de la comunidad) en tiendas rurales con el propósito de modificar ambientes obesogénicos en las comunidades agrarias.
La medida contribuirá a la transformación del sistema agroalimentario. Se busca hacerlo justo, saludable, accesible y competitivo, sostuvo Ruy López Ridaura, director general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece).
Remarcó que la mala nutrición tiene dos aristas: por un lado está la insuficiencia alimentaria y, por el otro, el sobrepeso y la obesidad.
Simón Barquera Cervera, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), explicó que la mala alimentación favorece el desarrollo de anemia, retardo en el crecimiento, obesidad, diabetes e hipertensión, entre otras.
Aseguró que los mensajes publicitarios incitan al consumo de productos ultraprocesados, hipercalóricos, con grandes cantidades de grasas saturadas, azúcar y sal. Estos productos sustituyen la ingesta de alimentos frescos, base de una dieta natural rica en nutrientes. Con el fin de evitarlo, se hizo obligatorio el etiquetado frontal de advertencia en alimentos industrializados y bebidas.