Me considero liberal progresista, pero creo que necesitamos una verdadera oposición de derecha para madurar nuestra frágil democracia. Hay una fuerte base social conservadora pero le falta programa y líderes. Ojalá emerjan.
En el siglo XIX, recién lograda la independencia, la derecha no sólo existía, sino era predominante. En los primeros 35 años terribles de penurias, invasiones y pérdida de territorios, empezaron a surgir los partidos históricos a través de las logias masónicas. Los conservadores se consolidaron después de nuestra derrota con Estados Unidos (1846-1848). Proponían un Ejecutivo fuerte, altamente centralizado y defendían y se apoyaban en la Iglesia. Tenían un temor bien fundado a la expansión estadunidense, la que nos había arrebatado de modo injusto la mitad del territorio en una guerra denunciada por Abraham Lincoln como infame.
Los liberales proponían una solución más moderna y ante la presión de los estados optaron por el federalismo y por una Constitución avanzada. Reconocieron los derechos individuales, la estructura democrática y la división de poderes. Eran enemigos cordiales del poder de la Iglesia, la que había sobrevivido y se había fortalecido después de la Independencia. La Iglesia era un poder dentro del Estado y fue el principal enemigo de los liberales. Apoyó con todos sus enormes recursos económicos, sociales y culturales a la causa conservadora. Algo terrible fue la incapacidad de ambos partidos para lograr que sus luchas se vieran en el plano pacífico y electoral. La pugna tuvo que definirse en el campo de batalla mediante una guerra sangrienta y destructiva. Ganaron los liberales, destruyeron el poder de la Iglesia y del Ejército. Benito Juárez intentó restaurar al partido conservador para que hubiera una auténtica pugna civil y evitar que los liberales se dividieran y pelearan entre sí. Por desgracia, fracasó su iniciativa. En forma oculta o abierta los conservadores resurgieron en el Porfiriato y hábilmente después de la Revolución fueron apoderándose del PRI. Al fin los progresistas en 2018 lograron ganar la presidencia y derrotaron electoralmente a la derecha, pero el bando conservador tiene una base social muy fuerte, por lo menos 30 por ciento de la sociedad civil. De ese núcleo podría salir un nuevo partido político poderoso, capaz de competir y ganar. Esto nos permitiría madurar como una democracia. Pero para ello sería necesario un programa y líderes atractivos y que los conservadores no tuvieran miedo de llamarse a ellos mismos conservadores.