Pocos saben que el historiador y antropólogo Alfredo López Austin fue acusado de contrabando en Estados Unidos, cuando vivía en Chihuahua. Su familia era de ganaderos y carniceros y él transportaba sin permisos la carne allende el río Bravo. Fue detenido y llevado a la comisaría, pero se salvó del arresto por ser menor de edad; tenía 17 años. Sin embargo, le tomaron sus huellas digitales y las fotografías de rigor.
Por ello, pasados los años, cada vez que viajaba a aquel país por motivos académicos, las autoridades de migración lo miraban con recelo y le recordaban la vieja afrenta.
La anécdota fue contada a La Jornada por Leonardo López Luján, el menor de sus dos hijos, quien planteó la posibilidad de llevar las cenizas del profesor e investigador –fallecido el viernes a los 85 años– a su tierra natal, Ciudad Juárez, para que se mezclen con el desierto.
Las exequias de Alfredo López Austin concluyeron la mañana de este sábado con la cremación de sus restos. El eminente especialista en el México antiguo no dejó dispuesto el destino para sus cenizas y la familia aún no lo determinaba.
El maestro fue evocado en la ceremonia fúnebre con gran amor y agradecimiento. Varios de sus discípulos reconocieron su gran dimensión intelectual, su amplia generosidad y profunda bonhomía: “Era un sabio”. Entre esas voces está la del historiador Federico Navarrete, quien destacó la gran producción de obra de aquél y aseguró que muchos de sus libros son ejemplares al marcar nuevas direcciones en la investigación. “Su legado es, también, haber sistematizado una serie de ideas y prácticas que hacíamos en historia de los pueblos indígenas, pero que él las hizo de manera muy ordenada, con una perspectiva multidisciplinaria que incluía historia, antropología, historia del arte, lingüística, mitología e historia de las religiones”, manifestó.
“Su modelo de cosmovisión mesoamericana fue crucial para la ciencia antropológica, la arqueología y la historia de esa región y ha abierto los caminos actuales de investigación. O sea, todos somos herederos de Alfredo López Austin en todos los campos de historia de los pueblos indígenas”.