El médico Eric Manheimer (Nueva York, 1949) decidió ponerse la bata blanca y dirigir el hospital más antiguo de Estados Unidos recorriendo todos los pisos y conversando con los pacientes, pero no detrás del escritorio de su oficina. El Fondo de Cultura Económica (FCE) publicó recientemente en español su libro Doce pacientes: vida y muerte en el Hospital Bellevue, en el que busca indagar detrás de la cortina de la salud pública y un sistema neoliberal cruel.
“Parte del problema es que la sociedad quiere una solución a todos los conflictos de manera inmediata y la pastilla representa simbólicamente una solución en forma redonda, blanca, que se absorbe con agua”, señala en entrevista. Las grandes farmacéuticas ofrecen la promesa de resolver el dolor físico o mental con una píldora, que es parte de la mentalidad de la sociedad moderna. Vivimos corriendo y no tenemos tiempo para meditar qué hay detrás de las afecciones.
En su libro, que inspiró la exitosa serie televisiva New Amsterdam relata 12 casos, como “un intento de usar un paciente para indicar mucho más de un tema particular”; por ejemplo, la migración, los problemas siquiátricos, el sistema penitenciario, la violencia cotidiana o la crisis de opioides, aspectos críticos de nuestra sociedad contemporánea y de la globalidad. Todo mediante casos reales, intenta iluminar los efectos de fuerzas sociales, políticas y económicas.
“La historia de una persona es representativa de la de otros millones de pacientes. Para mí, el punto clave fue indicar el contexto, del que a veces ni los médicos tienen porque viven en un mundo cerrado en su conocimiento, pero no saben de su sociedad, de su país o de temas como el cambio climático, el cual nos afectará en el futuro”, argumenta.
En las primeras páginas de Doce pacientes plasma que “muchos galenos no se ‘suben al barco’ y se quedan en la orilla. Se obsesionan con los valores de laboratorio y los rituales de la bata blanca y el estetoscopio, con la computadora interponiéndose tranquilamente entre ellos y el paciente, de modo que basta con una mirada antes de pasar al siguiente caso”. El tiempo está en contra, pues apenas tiene 10 o 15 minutos para cada enfermo.
Humanidad es una palabra clave en el texto, publicado originalmente en inglés en 2012, en el que se recuerda que los pacientes no son un número de expediente, sino un nombre, con una familia, de una comunidad específica. La enfermedad es sólo una parte; historia, sociología y antropología son complementos de la terapia.
“Esta pandemia fue como rayos X de la sociedad. Todos estos problemas existen desde antes y tenemos conocimiento, pero fuera de la vista cotidiana. Pero, la contingencia sanitaria global evidenció todas la grietas de una sociedad, sobre todo de los mas vulnerables. El virus puede afectar a cualquier persona, nadie está fuera de la posibilidad, pero hay grupos más vulnerables”.
Manheimer llegó al hospital Bellevue en 1997 y fue su director hasta 2012. Creció en el Bronx y, desde que acompañaba a su padre a las consultas, la vocación se precipitó desde temprana edad. El complejo hospitalario donde se sitúan las historias es una ciudad dentro de otra ciudad, atiende a los reclusos de la prisión Rikers de máxima seguridad y a toda la población de Nueva York, desde las clases altas de Park Avenue hasta migrantes y sin techo.
Revela que el hecho de haber padecido cáncer, con un tratamiento muy duro que incluyó cirugías, quimio y radioterapia, que no habría podido sobrevivir sin el apoyo de su esposa y familia, le ayudó “a entrar al mundo de los pacientes. Cambió mi punto de vista de cómo funcionan las personas enfermas de cáncer. Es casi imposible de imaginar”.
Responde que tener una serie de televisión que impulse a leer el libro es fantástico. Destaca la labor de Paco Ignacio Taibo II, director del FCE, y Paloma Saiz, pues hay interés por fomentar la lectura entre el pueblo mexicano al expandir el acceso al libro, pues no cuesta demasiado (aproximadamente 150 pesos).
En cierta forma, el planteamiento de que sea un libro accesible se relaciona con su propuesta, ya que para alcanzar una mejor situación en salud pública es esencial que las personas puedan leer y tener educación, afirma un día después de que presentó Doce pacientes en la Feria Internacional del Libro del Zócalo, donde sorprendió con un español fluido.
El doctor Manheimer vive entre Estados Unidos y México, está familiarizado con el país, pues su esposa, Diana, es mexicana, egresada de las Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aunque fue en Estados Unidos donde se conocieron. Dedicada profesionalmente al campo de las artes, el autor acepta que la carrera de ella, su vida y su país le han dado una perspectiva muy amplía y diferente a la de él. Su compañera de vida por cuatro décadas “para mí fue lo más interesante para saltar al mundo de América Latina, en países como México, Honduras, Salvador, Guatemala, Argentina y Brasil. Me ha ampliado muchísimo las posibilidades”.
Cada vez es más el tiempo que pasan en nuestro país. “En Estados Unidos estamos corriendo todo el tiempo, trabajando como burros. El proceso de la vida cotidiana en México es mucho más relajado. Las personas son muy amables. La comida, las costumbres, las fiestas y tertulias son buenísimas. Es como entrar a otra atmósfera”.