A la llegada de los españoles a la cuenca de México quedaron deslumbrados con las ciudades hermanas Tenochtitlan y Tlatelolco, aunque en las cartas al rey y las crónicas se menciona fundamentalmente a la primera. Sin embargo, describen azorados el mercado de la segunda, que califican como único en el mundo por su dimensión, orden y contenido.
Ambas urbes se fundaron por mexicas que tuvieron diferencias y se separaron en dos grupos, que al paso de los años se enfrentaron militarmente quedando los tlatelolcas como súbditos.
Las rivalidades se superaron cuando vieron la necesidad de enfrentar el embate de los hispanos y a miles de guerreros de poblaciones que querían zafarse del yugo tenochca y vieron la conveniencia de aliarse con los invasores.
Recordemos que el tlaltelolca Cuauhtémoc fue el último monarca que defendió con notable valor el brutal acoso que duró cerca de 90 días y culminó con la derrota de ambas ciudades.
Para rememorar esos hechos el querido Museo del Templo Mayor reinicia sus actividades con la interesante exposición Tenochtitlan y Tlatelolco. A 500 años de su caída.
La curaduría estuvo a cargo de su directora Patricia Ledesma, conjuntamente con el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, a quien no es exagerado llamar padre del Templo Mayor. Hace cerca de cuatro décadas empezó las excavaciones del mítico recinto que había descubierto Manuel Gamio – El Padre Mayo– en 1914 y promovió la creación del museo que muestra los tesoros que allí se han encontrado.
También participó la arqueóloga Judith Alva Sánchez, quien explicó que la exposición enfatiza la manera en que Tenochtitlan y Tlatelolco, las ciudades gemelas, decidieron compartir un trágico y heroico final hace cinco siglos, a pesar de las rivalidades fratricidas que habían protagonizado en el pasado.
Por su parte. Diego Prieto, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, dijo que “el 13 de agosto no significó la consumación de la Conquista, sino el inicio de su expansión”, e invitó a reflexionar sobre las estrategias de resistencia de los pueblos indígenas a lo largo de estos 500 años, con lo que coincido plenamente.
Que todavía sobrevivan más de 60 lenguas indígenas, con sus ricas culturas que se expresan en la cocina, la música y el arte a pesar de la explotación, abusos y discriminación que han padecido a lo largo de cinco siglos, es prueba indudable de una resistencia excepcional.
La exposición comienza con la explicación de las causas sicológicas que prevalecieron en los grupos contendientes; explica Matos: “del lado mexica se habla de los presagios o tetzáhuitl, que no auguraban nada bueno para el pueblo; además de eso, la muerte de dos tlatoanis devastó sus ánimos: primero Moctezuma y luego Cuitláhuac. En tanto, en el bando español, conservaron a sus capitanes, desde Cortés, Alvarado y Sandoval, quienes vivieron hasta el final de la Conquista”. Agrega que “las causas de salud también fueron importantes. La epidemia de viruela provocó mortandad en Tenochtitlan una vez sitiada, debido a que Cortés no permitía la llegada de bastimentos y los acueductos habían sido cortados, hecho que debilitó a la población y la hizo vulnerable”.
En las distintas salas se muestran los diferentes armamentos y elementos militares con los que se enfrentaron los bandos mexica y español, y cómo se dio el combate naval a bordo de bergantines, por un lado, y canoas, por otro.
Un interesante video enseña las estrategias que se planearon para sitiar la ciudad y hace evidente la notable resistencia de los mexicas, al mostrar momentos en los que el ejército de Cortés avanza y se ve forzado a replegarse.
Asimismo, se muestra la última resistencia en Tlatelolco, que fue muy violenta, en donde se advierte que en la batalla también estuvo involucrada la gente del pueblo.
Hoy sugiero ir a comer precisamente a Tlatelolco para recordar esa última heroica defensa. Con vista a la prodigiosa Plaza de las Tres Culturas, en Privada de Almacenes 78, está La Guaracha Sabrosona, con un amplío y antojadizo menú que incluye todos los guisados que se le puedan ocurrir, incluido el vegetariano. Agregue huaraches, sopes, gorditas, pambazos, quesadillas y burros. Por si no fuera bastante, hay ensaladas, crepas, churros, panecillos y una variedad de jugos y aguas, entre otras, una refrescante horchata rosa.