Zoé Robledo, desde el IMSS, anunció un “nuevo” modelo que no es, ciertamente, la mejor noticia frente a las expectativas que levantó la elección de 2018. Activa una “universalidad” de facto a través del Programa IMSS-Bienestar (PIB) con el capítulo laboral pendiente: ni los trabajadores del PIB disfrutan de 100 por ciento del contrato colectivo de trabajo-IMSS, ni los del Insabi cuentan con nombramientos de base definitiva.
Aunque, claro, nunca faltará quien acuda en su defensa invocando la gran diferencia entre “el” proyecto y la dura tarea de gobernar con lo que hay. O, como ofrecen diputados de la Comisión de Seguridad Social: “eliminar la diferencia entre población con seguridad social y la que no goza de ese derecho”.
Después de 36 años de fallidos intentos tecnocráticos para encadenar la salud al mercado asegurador, la 4T inició el sexenio operando el primer diseño posneoliberal con la federalización de servicios a población abierta –sin seguridad social– y la Atención Primaria a la Salud (APS). La prioridad “primero los pobres” reservó a la seguridad social apenas una oferta de mejora.
En 2019, se adoptó la APS del Informe de Salud Universal de la OPS y se implantó el Insabi. Con la vi-sita presidencial a 80 hospitales rurales del PIB, el propio AMLO fue llenando de contenido la agenda sectorial.
La visita generó altas expectativas sobre el modelo alternativo sanitario: la APS que vendría a orientar la política sectorial entera. Lamentablemente la 4T asumió que, después de 41 años de operación, el Modelo de Atención Integral a la Salud (MAIS) del PIB estaba intacto. Lo que constituyó una grave inexactitud que acarrearía severas consecuencias. En realidad, éste MAIS –gracias al prian (2000-18)- hoy vive una descomposición orgánica: impone servicios médicos degradando el equilibrio que debía acompañarlos con actividades de acción comunitaria realmente preventivas. Veáse, Sánchez, Leal, Escobar, León, Acción comunitaria en el IMSS-B. Visiones operativas de la otra historia, 2021.
Antes de la pandemia, la 4T había también puesto sobre la mesa los modelos de Ssa: APSI-1 y del Insabi: SABI, en el marco del Informe OPS. Ya con la pandemia encima, arreció la lluvia de “modelos” estatales (Chiapas, Tabasco, Puebla, Oaxaca), también presentados como de APS, aunque específicamente diseñados para mitigar la propagación del Covid-19, con la OPS y el Instituto de Salud Pública (INSP). Deben agregarse el modelo “comunitario” de la Ciudad de México y los Comités Comunitarios del Régimen IMSS-Ordinario que, presentados como APS, operaron sobre la pandemia. Veáse, Sánchez, Leal, Escobar y León, Seis modelos de atención en la 4T, 2022. Por su prioridad sólo preventiva, es claro que ninguno de ellos competía con el equilibrio de atención médica-acción comunitaria del MAIS, aun en su ruinoso estado actual.
Con la nueva normalidad pospandémica y los presupuestos federales sectoriales reforzados para 2022 –en junio de 2021– AMLO indicó que el PIB se hará cargo de 120 hospitales más –para sumar 200– con la encomienda de garantizar el derecho del pueblo a la salud.
Por su parte, Zoé Robledo declaró –en agosto de 2021– que la centralización de hospitales del PIB iniciará en entidades gobernadas por Morena para evitar resistencias de los gobernadores, estructurando un sistema de salud compartido con expediente clínico único. Según Robledo no fue posible que el PIB pasara a operar los servicios del Insabi porque sus trabajadores corresponden al Apartado A.
Así que, cruzando el ecuador del sexenio, la 4T optó por erguir como viga maestra del primer diseño posneoliberal un “nuevo” modelo híbrido “integral” montado sobre un MAIS del PIB en ruinas, más las generalidades del modelo SABI (Insabi). Un híbrido que impondrá servicios médicos sin el correlato de las acciones comunitarias; un modelo “preventivo” que identifica equívocamente la participación comunitaria con dotar arriba-abajo servicios asistenciales vía brigadeo. No verdadera APS. Un híbrido lejano a la APS de la OPS.
Éste hibrido será el modelo soporte para la población en responsabilidad del Insabi. Un “nuevo” orden denominado Operación “Centralización” que, bajo la responsabilidad IMSS, inicia tareas censando todos los servicios sanitarios en Colima, Durango, Guerrero, Nayarit, Oaxaca y Sonora con vistas a operarlos en el PIB.
Este desenlace de medio camino –con la agenda para la mejora de la seguridad social pendiente– constituye otro triunfo de lo posible frente a lo deseable en el marco de una toma de decisiones presidencial unipersonal. Para realmente mejorar servicios, lo deseable sería servirse del Modelo IMSS de Atención (régimen ordinario) con significativos incrementos salariales para los equipos de salud.
Además del alto costo laboral, la viabilidad sanitaria de la Operación Centralización del IMSS-Robledo es poco convincente y no representa –todavía– una real alternativa 4T.
* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco