Por los múltiples factores que intervienen en su creación, el cine es una de las formas de arte que más requiere de la colaboración entre personas. Desde hace 10 años, Sebastián Hofmann y Julio Chavezmontes, fundadores del estudio creativo Piano, se han dedicado a hacer películas teniendo ese principio en mente. Hoy en día la casa productora se ha convertido en hogar de algunas de las cintas más premiadas en festivales de todo el mundo, siendo Annette, dirigida por Leos Carrax; y Bergman Island, de Mia Hansen-Løve; dos de sus colaboraciones más recientes.
“Piano es lo que es hoy porque hemos tenido la enorme fortuna de tener gente, extremadamente talentosa, que ha colaborado con nosotros”, admitió Chavezmontes en entrevista, “lo primero y primordial es reconocer que somos el rostro afortunado de un esfuerzo colectivo, y justo todo lo que ha pasado con Piano es la labor de muchos, no sólo de nosotros”.
Los principios de Piano se remontan a la época en que Hofmann y Chavezmontes trabajaban en Mantarraya. Los jóvenes cineastas habían comenzado a ver la posibilidad de producir Halley, la primera cinta dirigida por Sebastián, así que comenzaron a planear lo que más tarde se convertiría en su casa productora.
Aquella primera película, a pesar de la temática y la escasez de recursos con que fue hecha, tuvo un buen recibimiento, logrando estrenarse en el Festival de Cine de Sundance. A partir de entonces, Hofmann y Chavezmontes comenzaron a ser invitados a encuentros de cine en diversos países. Estuvieron en festivales como Morelia, Róterdam y Toulouse, donde conocerían a muchos de los aliados que más tarde ayudarían a Piano.
“Se comenzó a dar de una forma bastante orgánica, empezó a tener sentido, iniciamos a conocer gente interesante en el momento adecuado, y comenzaron a llegar cineastas”, contó Hofmann. “Queríamos seguir haciendo cine, la idea no era sólo hacer Halley, sino continuar con nuestra forma de hacer cine y realmente no ligarse a las estructuras que había en ese momento”, agregó Julio Chavezmontes.
Bajo la presmisa curatorial de producir “películas arriesgadas”, los cineastas continuaron con la labor de Piano. “El único criterio es que no sorprenda, y la verdad es que puede parecer siempre fácil. Como Leos Carrax, sus películas son un reto enorme, un musical, para nada era evidente que iba a funcionar y eso es lo que a mí me emociona del cine de Leos, que siempre es un salto al vacío, que no sabes en dónde vas a aterrizar”, dijo Chavezmontes.
Y a pesar de que esa fórmula no siempre les ha dado buenos resultados, los productores insisten en su visión. Mientras que por un lado cintas como La daga y el corazón han llamado mucho la atención del público y la crítica, otras como el documental La noche blanca sobre la reconstrucción de una comunidad zoque, han tenido mucha visibilidad. “Pero a nosotros eso nos da igual, justo hacemos los proyectos donde sentimos que hay una apuesta y hay un riesgo”, mencionó.
Hofmann por su parte, asegura estar orgulloso del catálogo que Piano ha desarrollado en su primera década. Desde el principio, “ya teníamos esta idea de decir vamos a cuidar estas temáticas: la explotación, la miseria, el dolor; cosas que no entendíamos del todo. En ese momento se estaba viviendo toda esta ola de violencia poscalderonista”, indicó el también director Sebastián Hofmann.
Gran parte de las películas de Piano fueron hechas en coproducción con otros países, algo por lo que los cineastas han recibido críticas. “Las coproducciones fomentan industria, no porque no sea en español quiere decir algo; detrás hay 30 mexicanos que ese año comieron gracias a que pudieron llevar el sustento a su casa”, señaló Hofmann.
“No tenemos ningún interés en definiciones nacionales, o temas de que si viene de aquí o de allá, lo que nos interesa es la visión como tal”, agregó Chavezmontes, el también guionista destacó que el carácter colaborativo del cine hace que sus películas “no son el resultado nada más de México, sino de una suma de esfuerzos y una colaboración artística y técnica importante de otros lados”.
En una época como la actual, el productor considera que “es importantísimo reivindicar esta parte del cine, que trasciende divisiones, fronteras, no sólo en su expresión sino en su forma de hacerlo”, señaló.
“Todos los países, excepto Estados Unidos que tienen el monopolio y esa industria gigante, dependemos uno del otro. Creo que lo más bonito de las artes, y lo más bonito del cine es colaborar, porque si no estaríamos escribiendo novelas”, puntualizó Hofmann.
Para Chavezmontes esa visión sobre el cine no siempre genera cintas representativas de una cultura. “Hay películas producidas en México, hechas únicamente por mexicanos que no podrían estar más alejadas de la realidad nacional”, dijo. “Annette es tan francesa como mexicana, que nominalmente ocurre en Los Ángeles, en México, en Bélgica y en Alemania; donde los guionistas, los actores y parte del crew son de origen francés, belga, alemán, mexicano. Está Natalia Lafourcade, entonces ¿de qué país es?”, cuestionó.
Para Piano, obtener recursos para producir películas también ha sido un reto. Sin embargo, gracias a las coproducciones, la inversión privada e incluso el apoyo del Estado mexicano han logrado seguir haciendo cine. “Creo que México ha tenido la enorme fortuna de tener grandes políticas públicas para la producción de cine, la que sobrevive es la de Eficine, y eso ha permitido un desarrollo de la industria en general”, reconoció Chavezmontes.
El Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional (Eficine) también ha otorgado a Piano mantener su esquema de coproducciones. “Las reglas de este fondo permiten la coproducción internacional tanto mayoritaria como minoritaria. Entonces es un estímulo moderno, como en todos lados. Eso es lo normal, porque pues es un da y quita. Para que haya mecanismos de que puedas decir este país me apoya, yo apoyo, y para eso también están los tratados de coproducción internacionales”, explicó el guionista.
Los productores de cine tienen la intención de mantener el carácter diverso de Piano. Su idea es que en otros 10 años, el estudio creativo dependa menos de ellos. “Creo que está en un momento en el que con suerte tendrá menos que ver con nosotros, y que habrá más proyectos que se den aquí”, dijo Chavezmontes.
Además de Annette y Bergman Island, Piano ha formado parte de cintas como Acusada, Opus zero, Love me not, Tiempo compartido, o Memoria. Entre otros de sus proyectos en puerta está el primer documental dirigido por Sebastián Hofmann y uno más de la argentina Lucrecia Martel.