Ciudad de México. Once horas antes de su muerte, acaecida a las 2 de la madrugada del viernes, Alfredo López Austin dictaba a una de sus nietas el que es su último escrito.
“Estaba entregado a su trabajo, y lo era por pasión”, destacó su hijo, el arqueólogo Leonardo López Luján, quien detalló que el historiador y antropólogo dejó varios artículos pendientes de publicación, incluso algunos en prensa, no así libros.
“Llegamos al acuerdo de que las cosas que no hubiera entregado a los editores –hay trabajos inconclusos–, se quedaran sin publicar; él era perfeccionista. Me pidió que todo lo que se quedó en el tintero, allí permaneciera, y lo vamos a respetar. Entonces, aparecerán en los próximos meses o años obras bien concluidas, a las que les dio visto bueno”, indicó López Luján durante el sepelio.
En entrevista, comentó que López Austin heredó esa capacidad de trabajo del protestantismo de su madre, Sara Austin: “A pesar de que era investigador de las religiones, no era creyente. Lo que heredó de la religión de mi abuela fue la disciplina y la entrega al trabajo. Ayer, pocas horas antes de morir, seguía escribiendo.
Sin militancia y de celosos principios
“Los temas que estaba trabajando eran los de siempre: ese vínculo privilegiado en México entre los indígenas del pasado y los del presente. Esa continuidad que hace que la nuestra sea una cultura tan poderosa y vigorosa, y que a él tanto le maravilla. Precisamente, estos herederos indígenas que, por desgracia, en la situación actual están en estado de colonización, siendo explotados y tratados por el gobierno como pueblos infantiles”.
El arqueólogo aclaró que López Austin no fue un militante y que en sus primeros años de juventud no estaba politizado. Fue a partir de los hechos de octubre de 1968, expuso, que se dio cuenta de que había una dimensión política de la vida y que había que luchar por principios.
“Fue hombre de sólidos principios políticos y en defensa de los grupos indígenas. Tuvo un papel importante en huelgas de la UNAM en pro de los estudiantes;así como un rol protagónico con el movimiento zapatista; y, sobre los últimos tres años, me confesó hace unos días que sentía profunda desilusión por lo que había pasado en México”.
Leonardo López Luján desconocía hasta la noche si se realizarán homenajes al maestro. De los artículos que están en prensa, apuntó que dos son sobre el simbolismo de la luna y en especial del conejo, y que serán publicados por el Colegio Nacional y la revista Ciencias de la UNAM.
Según el arqueólogo, Alfredo López Austin vivió una vida plena y de enorme intensidad. Lo definió como un librepensador siempre crítico, incisivo, pero siempre respetuoso. “Todos sabían que era una persona de altísimo nivel académico-intelectual, pero más importante aún, de altísima calidad humana. Y eso lo hemos visto en las horas recientes en las que miles de personas nos han mandado mensajes de amor, cariño y luto. Entonces, a nivel familiar hay tristeza, pero no pesar”.