Beirut. Al menos seis personas murieron y una treintena resultaron heridas ayer en tiroteos en Beirut durante una manifestación de los movimientos chiítas Hezbolá y Amal contra el juez encargado de investigar la explosión que ocurrió en el puerto de la capital libanesa en agosto de 2020.
Varias áreas de Beirut se convirtieron en zona de guerra. Disparos incesantes y explosiones resonaban no lejos del Palacio de Justicia, ante el que se habían reunido cientos de manifestantes, vestidos de negro, algunos de ellos armados, comprobaron los periodistas de la agencia de noticias Afp.
El ministro de Interior, Bassam Mawlawi, indicó en rueda de prensa que había seis fallecidos y algunos recibieron un tiro mortal en la cabeza, lo que hace pensar que los disparos fueron obra de francotiradores. El ministerio de Salud reportó 32 heridos.
El intercambio de disparos con pistolas, kalashnikovs y granadas propulsadas por cohetes supuso una peligrosa escalada en las tensiones derivadas de la pesquisa sobre el incendio.
Los disparos resonaron en la capital libanesa y las ambulancias se apuraban para llegar a la zona, con las sirenas sonando. Los francotiradores estaban apostados en edificios. Las balas atravesaron los vidrios de varios departamentos. Cuatro proyectiles cayeron cerca de una escuela privada francesa causando pánico. Los estudiantes se apiñaron en los pasillos centrales con las ventanas del inmueble abiertas para evitar más impactos, en escenas que recordaron a la guerra civil de entre 1975 y 1990.
La balacera continuó incluso después de la llegada de los soldados. El ejército comenzó a disparar contra la multitud. Las calles se vaciaron rápidamente y podía escucharse sólo el sonido de las balas. Todos los comercios cerraron.
No estuvo claro de inmediato qué provocó los disparos, pero las tensiones eran altas a lo largo de la antigua línea del frente de la guerra civil entre zonas chiítas y cristianas.
En un discurso después de los actos de violencia, el presidente Michel Aoun, aliado cristiano del Hezbolá, consideró “inaceptable volver al lenguaje de las armas, pues todos convinimos voltear la página sombría de nuestra historia”.
La emisaria de la Organización de Naciones Unidas en Líbano, Joanna Wronecka, exhortó a todas las partes a apoyar la independencia de la justicia, y el estadunidense Departamento de Estado pidió una “desescalada de las tensiones”.
El gobierno libanés decretó día de duelo nacional este viernes.
En un comunicado conjunto Hezbolá y Amal también acusaron a “francotiradores apostados en los tejados de los edificios” de haber disparado contra los manifestantes. También dijeron que “grupos del (Partido Cristiano) de las fuerzas libanesas desplegados en los barrios y tejados aledaños” dispararon contra los manifestantes, pero éstos lo desmintieron.
Convocados por Hezbolá y Amal, los manifestantes exigían la destitución del juez Tareq Bitar, a quien acusan de politizar la pesquisa de la explosión en el puerto de la ciudad, ocurrida el 4 de agosto de 2020 debido a cantidades de nitrato de amonio almacenadas de forma ilegal en el lugar.
En este drama murieron al menos 214 personas, hubo más de 6 mil heridos y numerosos edificios de la capital libanesa acabaron devastados. Fue una de las explosiones no nucleares más grandes de la historia y agravó los problemas del país, ya sacudido por las divisiones políticas y por un colapso económico sin precedente.