A reserva de que se precisen los términos de lo acontecido ayer en Dos Bocas, Tabasco, y con el encuadre que ha dado la propia empresa involucrada, ICA Fluor, al hablar de infiltrados y provocaciones, más ciertas maniobras mediáticas desesperadas en busca de magnificar el conflicto, es posible analizar los sucesos en el contexto de la enconada batalla que se libra a propósito de la reforma energética en general y, en particular, la eléctrica que está en curso, con el litio como tema que no es secundario.
Ese análisis de contexto no debe minimizar ni pretender la justificación de los hechos sangrientos: trabajadores en demanda del cumplimiento de mejores condiciones laborales y de compromisos no satisfechos fueron dispersados y atacados por policías ¿sólo estatales?, con disparos de balas de goma y gases lacrimógenos, según las imágenes y testimonios difundidos, en una acción represiva suscitada en un área de seguridad nacional, donde se construye una refinería de petróleo que forma parte destacada del proyecto de recuperación de soberanía energética del actual gobierno.
Pero, también, es una represión sucedida en el estado natal del actual Presidente de la República, donde gobierna Carlos Manuel Merino Campos, como sustituto impulsado y virtualmente instalado en el cargo por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, de quien Merino Campos ha sido suplente en otros momentos políticos.
Y, sin embargo, la mano de los exacerbados opositores del obradorismo asomó a lo largo de un martes en que hubo declaraciones descuadradas e imprecisas de adversarios de Palacio Nacional y un manejo en portales de Internet y en redes sociales en general, que creyeron encontrar el ansiado punto de consolidación de una hasta ahora infundada etiquetación del actual gobierno federal como “represor” y “asesino” (en redes privadas se llegaron a distribuir fuertes imágenes del presunto trabajador fallecido, con exposición de masa encefálica, lo cual no había sido confirmado hasta anoche).
El diario empresarial que encabeza la andanada contra la llamada Cuarta Transformación llegó al extremo de deformar las reglas básicas del periodismo al postular durante horas como encabezado de su portal de Internet una noticia que, al menos hasta la hora de teclear esta columna, era falsa y estaba “sustentada” de manera chambona y tramposa en supuestas versiones sin confirmar: “Reportan muerte de trabajador en obra de refinería”, rezaba el título, con el agregado de que “trabajador de ICA murió tras recibir disparo en espalda en enfrentamiento afuera de la obra de la refinería de Dos Bocas, según testimonio”.
Las dos palabras finales de esa redacción, “según testimonio”, no deberían haber sustentado, conforme a criterios periodísticos sanos, el escandaloso titular que, a la hora de escribir el presente texto, ya había sido retirado del menú informativo de esa empresa, cuyo director general editorial, Juan E. Pardinas, pasó en diciembre de 2018 del Instituto Mexicano de la Competitividad (Imco, cuyo consejo directivo puede verse aquí: https://bit.ly/3aAInBO), una asociación civil de visión empresarial sobre las políticas públicas, al manejo editorial del diario cuya matriz está en Monterrey.
Los hechos de Dos Bocas son reprobables en sí y deben ser esclarecidos y castigados por las autoridades competentes, no sólo en cuanto a los presuntos “provocadores”, sino también en los excesos en el uso de la fuerza pública y en las lesiones causadas. También debe indagarse el grado de irresponsabilidad administrativa y empresarial en el manejo laboral de la obra, y las pugnas sindicales.
Pero también es evidente la concatenación de hechos recientes que pretenden prender fuego en el terreno petrolero, gasero y eléctrico, con empresarios, políticos, partidos y medios asociados que están en angustiada búsqueda de descarrilar a como dé lugar los proyectos andresinos sobre esos temas. ¡Hasta mañana!
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