Algunos opositores a la revolución cubana afincados en Estados Unidos “están tratando de presentar acciones políticas con ropaje artístico”, aseguró el ministro de Cultura de Cuba, Alpidio Alonso Grau, al reflexionar en torno a esa suerte de “guerra simbólica” musical que los recientes meses ha acompañado el recrudecimiento del bloqueo “criminal y abusivo” contra la isla.
“Se ha echado mano de todos los recursos para sus campañas de odio, en particular la popularidad de algunos exponentes de la música cubana que se han vendido a las políticas del imperialismo contra Cuba. Pero son canciones de una calidad lamentable”, dijo el también poeta en entrevista con La Jornada.
Añadió que la mayoría de quienes de esa manera se han expresado contra la revolución “no son artistas. Por ello, sería un despropósito condescender y darles una respuesta, no lo auspiciamos. La música cubana es demasiado poderosa como para fabricar respuestas a bodrios.
“Ha sido la industria del mal y del odio, seudocultural, la que ha promovido canciones que quieren presentar como genuinas obras de arte de la música cubana. No lo son. Ya se lo dijo el presidente (cubano, Miguel Díaz-Canel) a Luis Lacalle: ‘tiene usted un pésimo gusto musical’” (al referirse el mandatario uruguayo a “una canción muy linda que cantan los que se sienten oprimidos por el gobierno cubano” durante la pasada reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).
Por desgracia, continuó el ministro Alonso, “hay un público para eso, lo cual habla del daño que está haciendo la industria de la cultura chatarra que condiciona el gusto por ese tipo de expresiones”.
Respecto al “himno reguetonero” Patria y vida que se ha querido enarbolar como lema en oposición a la legendaria frase “Patria o muerte” pronunciada por Fidel Castro hace seis décadas, Alonso Grau señaló que no hay que dejarse confundir: “si hay un proyecto encaminado a la vida es el revolucionario de Cuba. Incluso, Fidel fue el primero que usó la expresión ‘patria y vida’, porque el patria y muerte de la revolución cubana es una defensa de la vida, no una invitación a lo contrario.
“Se trata, precisamente, de la defensa de la vida lo que nos lleva a decir que preferimos la muerte a vivir sin dignidad. No tenemos un discurso necrológico ni en nuestra política ni en nuestra cultura, todo lo contrario.
“El discurso de la vida le pertenece a la revolución, porque lo hemos reivindicado en la práctica. Esos artistas, que ahora se han convertido en agentes de la política imperialista, tuvieron espacio en nuestras instituciones. Ahora, sencillamente, les doblaron las rodillas, condescendieron al mercado. Se decidieron por los denarios de Judas.
“La guerrita de canciones es fútil porque por otro lado está la obra de los grandes compositores cubanos; por eso no tenemos desasosiego, seguimos auspiciando el trabajo serio, el trabajo artístico riguroso. Una parte importantísima del presupuesto del Estado cubano está destinada a la esfera social, a la educación, la cultura y la ciencia.
“Cuba vive de los recursos humanos que ha sido capaz de desarrollar gracias a su política educativa y cultural, donde hay espacio para todos sin preguntar cuál es el origen social, esa es la verdadera democratización de la cultura. La única condición para ingresar a una escuela de arte en Cuba es te-ner talento.
“Las instituciones cubanas, por tanto, no promueven un arte mercantilista, porque creemos en que el gusto se educa. Creemos en la educación y en el desarrollo de valores desde la ética. Por eso lamentamos el daño que está haciendo aquella industria en el mundo, que ha barrido con los valores culturales auténticos y a impuesto los suyos. Trabajamos para revertir eso”, concluyó Alpidio Alonso.