América Latina es la expresión clara del carácter masivo que ha tenido la desaparición de personas, en algunos países como parte de una estrategia represiva para acallar la inconformidad social contra dictaduras o regímenes autoritarios o, en México, donde tiene la particularidad de ser un fenómeno de “pasado-presente” con el crimen organizado como protagonista, sostuvo la experta Silvia Dutrénit, del Sistema Nacional de Investigadores.
Durante el seminario Identificación Humana que convocó la Secretaría de Gobernación con la Agencia Alemana de Cooperación, Roxana Enríquez Farías, integrante del Equipo Mexicano de Antropología Forense, destacó la relevancia que tiene para enfrentar este fenómeno la colaboración entre diversos ámbitos con el fin de consolidar, entre otros aspectos, el componente científico en las investigaciones, las cuales den mayor certeza para encarar un delito que ha gozado de impunidad desde hace 50 años.
A partir de que comenzó a incrementarse, hacia el año 2000, detona la preocupación en muchos sectores porque el volumen de casos ha rebasado a la sociedad. Esto representa un reto mayúsculo que debe involucrar la colaboración de familiares, equipos forenses (con su carácter autónomo), universidades y colectivos, entre otros, para impulsar procedimientos que permitan acabar con la impunidad, con nuevos elementos como reforzar el aparato científico en las indagatorias, dijo Enríquez Farías.
Dutrénit subrayó el papel de los equipos independientes de antropología forense en la búsqueda e identificación porque permite “devolver” la identidad ciudadana a un cuerpo, reconocer la dignidad de las víctimas y entregarlas a sus familiares para una adecuada sepultura.
En un recuento de las experiencias en América Latina, asociado especialmente a dictaduras y regímenes autoritarios, comentó que éstos favorecieron incluso hasta “dobles desapariciones” porque en algunos casos, aun cuando por procedimientos judiciales se ubicaron los cuerpos, al momento de entregarlos a los familiares, volvieron a desaparecer, como ocurrió en Chile.
Destacó que en algunos casos se utilizaron hornos crematorios porque al final de cuentas “lo que preservan los victimarios es el poder sobre la vida y la muerte de las personas”.
En paralelo, resaltó, se desarrollaron equipos de antropología forense que han sido fundamentales para la búsqueda e identificación de personas en América Latina. “El acompañamiento que dieron estos equipos a los familiares generó que el miedo no impidiera que el desaparecido comenzará a cobrar fuerza como ser humano, en su desnudez de derechos. El principal factor en ese grupo es el equipo especializado, fuerte componente de compromiso humanitario independiente del poder político”.