En descarado nado sincronizado contra de la iniciativa presidencial de reforma en materia eléctrica (más litio), la cúpula empresarial (y sus jilgueros) mantiene su cuento apocalíptico: todo será destructivo… pero si las cosas se quedan como están, entonces asoma el paraíso. A este último acostumbraron a los privados (autóctonos y foráneos) que se incorporaron al negocio a modo que les armaron los gobiernos neoliberales (de Salinas a Peña Nieto), sin importarles que entre las patas se lleven a millones de mexicanos, a la soberanía energética del país y de pasadita a la hacienda pública.
El cuento apocalíptico se repite todos los días en todos los medios, especialmente los convencionales, siempre con la cantaleta de un “oscuro futuro”, porque no habrá energía eléctrica en el país, pues los privados “serán desplazados”. Duro que te dale con esta narrativa, pero ni de lejos aborda los temas centrales: contratos leoninos, ilegal mercado eléctrico paralelo que los voraces de siempre desarrollaron para evadir el pago por sus consumos, defraudación fiscal y, en fin, sangría para el Estado. Todo lo quieren gratis, como si lo valieran.
La secretaria de energía, Rocío Nahle, participó en la mañanera del lunes y, de entrada, denunció que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) “mantiene a los privados” (con los españoles a la cabeza), porque así les armó el negocio el gobierno de Peña Nieto.
La funcionaria explicó que “la participación de firmas privadas en el sector eléctrico, derivada de la reforma energética de 2013, se tradujo en la creación de un mercado eléctrico paralelo, defraudación fiscal y pagos millonarios por parte de la CFE a empresas privadas”, por lo que la modificación de los artículos 25, 27 y 28 constitucionales “busca que la compañía estatal se reintegre –pues fue dividida en nueve subsidiarias– para que el Estado recupere el control del sector y se acaben los contratos con privados; la Comisión ha pagado más de 6 mil millones de pesos a 335 centrales privadas por los Certificados de Energía Limpia, emitidos por la Comisión Reguladora de Energía, como incentivo por generar energía renovable, y la CFE está obligada a pagar. Si estos contratos no se cancelan, a 20 años la CFE va a tener que pagar más de 100 mil millones de pesos en esto. Nos salen muy caros”.
Además, “existen otros pactos, como los celebrados con productores independientes de energía, a los cuales la empresa estatal está obligada a comprar 100 por ciento de la energía de 34 plantas por 25 años para apalancar la inversión. Estos generadores entregan menos (energía) y el excedente lo venden a sociedades de autoabasto, que son permisos para que grandes fábricas produzcan su electricidad. Pero cayeron en una práctica ilegal creando un mercado eléctrico paralelo, donde simularon tener socios, de un dólar, y empezaron a vender electricidad utilizando las líneas de transmisión de la CFE e incurriendo en fraude fiscal. Existen 239 centrales con permisos y 77 mil 767 consumidores, es decir, no 239 como debería ser”.
A la hora de ejemplificar quiénes se benefician de ese mercado paralelo aparecieron los de siempre: Bimbo, Kimberly Clark, Oxxo, Femsa, Cemex, Walmart y otros consorcios que no pagan porteo (transporte de la electricidad sobre el cable de la línea de transmisión). “Estas empresas se interconectan en la red creando inestabilidad y pérdida de confiabilidad en el sistema. De las 191 plantas de generación de CFE son subutilizadas, pues tras la reforma energética de Peña Nieto sólo operan a 55 por ciento de su capacidad, a pesar de que 69 son de energías limpias”. Ello, gracias a las “facilidades” que les otorgaron los gobiernos neoliberales.
¿Cuánto cuesta a la CFE la “modernización” neoliberal? Nahle lo detalla así: “sólo en 2020 la Comisión tuvo que comprar 90 teravatios-hora en el mercado eléctrico por 223 mil millones de pesos y por tener sus plantas subutilizadas no generó 215 mil millones de pesos, dinero que fue a parar a privados como Iberdrola o Naturgy (ambas españolas). Esto sucede porque el Centro Nacional de Control de Energía sube primero la energía a la red de transmisión a quien oferte más barato, que por lo general lo hacen los privados. Pero éstos se rotan en grupos para mantener su prioridad, y al final del día a todos se les paga por igual el precio más alto, haciendo esto un mercado perverso”.
Las rebanadas del pastel
Claro, de todo lo anterior, ese cuento apocalíptico no dice ni una palabra.