Ciudad de México. América Latina es el ejemplo viviente del carácter masivo que ha tenido la desaparición de personas, en muchos casos, como parte de una estrategia de terrorismo de estado para reprimir la inconformidad social en el pasado, pero en México hay una suerte de “pasado-presente” en el que el protagonista de la desaparición es el crimen organizado sostuvo Silvia Dutrénit, del Sistema Nacional de Investigadores.
Al participar en el foro sobre Identificación Humana organizado por la secretaría de Gobernación y el programa de Fortalecimiento del Estado de la Agencia Alemana de Cooperación. Dutreint destacó el papel de los equipos independientes de Antropología Forense en la búsqueda e identificación de cuerpos porque permite “devolver” la identidad ciudadana a un cuerpo, reconocer la dignidad de las víctimas y entregar los cuerpos a sus familiares para una adecuada sepultura.
Por su parte, Roxana Enriques Farías, investigadora e integrante del Equipo Mexicano de Antropología Forense subrayó la importancia que tiene el carácter autónomo para detonar procesos multi institucionales para que se realicen investigaciones que den certeza a las familias. Señaló que la búsqueda de personas desaparecidas es apenas un paso en el proceso de identificación de quienes han sido desaparecidos.
Señaló que la desaparición de personas a partir del 2000 representa un reto mayúsculo que debe involucrar la colaboración entre familiares, equipos forenses (con su carácter autónomo), universidades, colectivos, entre otros para impulsar procedimientos que permitan acabar con el componente de impunidad que han registrado, con nuevos elementos como, entre otros, reforzando el aparato científico en las indagatorias.
Dutreint hizo un apretado recuento de las desapariciones en América Latina, asociado especialmente a dictaduras y regímenes autoritarios que favorecieron incluso hasta “dobles desapariciones” porque en algunos casos, aun cuando por procedimientos judiciales se ubicaron los cuerpos, al momento de entregarlos a los familiares, volvieron a desaparecer, como ocurrió en Chile.
Destacó que en algunos casos se utilizaron hornos crematorios porque al final de cuentas quienes perpetran estas desapariciones “lo que preservan los victimarios es el poder sobre la vida y la muerte de las personas”.
En paralelo, dijo, se desarrollaron equipos de antropología forense que han sido fundamentales para la búsqueda e identificación de personas en América Latina. El acompañamiento que dieron estos equipos a los familiares generó que el miedo no impidiera que el desaparecido comenzará a cobrar fuerza como ser humano, en su desnudez de derechos. El principal factor en ese grupo es el equipo especializado, fuerte componente de compromiso humanitario independiente del poder político”.