Es de esperarse que no termine en una llamarada de TikTok el talante acusatorio que ha asumido el gobernador entrante de Nuevo León, Samuel García, sobre su siniestro antecesor Jaime Rodríguez Calderón, aspiracionalmente autodenominado El Bronco.
García ha acusado en conferencia de prensa a un “pelado corriente” que anda cobrando, a presunto nombre del nuevo gobernador, la cuota de 2 millones de pesos “que siempre había cobrado El Bronco” (https://bit.ly/3FNbxfk).
También dijo que “hay un sinnúmero de comercios” sujetos a extorsión durante la anterior administración, “porque del tamaño del sapo era la pedrada: un restaurante de primer nivel, siempre lleno, eran 200, 300 mensuales; una fondita, un bar tranquilón, moderado, modesto, 50, 100” (se entiende que habla de cientos de miles de pesos). “Había toda una red de cobro de piso, salieron más malandros los del gobierno que los mismos malitos”.
El Bronco, sus familiares y cercanos, mencionados por Samuel García, se han deslindado declarativamente de las acusaciones. Falta ver si el nuevo gobernador, producto de frivolidades internéticas, como en su momento El Bronco, no deriva todo hacia alguna salida o arreglo al estilo “fosfo fosfo” y da una muestra de firmeza en cuanto al castigo a la corrupción, que sigue galopando en falsos caballos broncos, pero también lo podría hacer en mocasines juveniles o zapatillas de ensueño.
Ayer cerró en primera temporada el episodio gastronómico y fotográfico que protagonizaron la columnista Lourdes Mendoza y el presunto delincuente Emilio Lozoya Austin, con el fiscal Gertz (calmoso en lo que no le importa personalmente) como responsable indirecto tras bambalinas.
Ella detalló la manera en que llegó al restaurante Hunan y narró las peripecias que en alrededor de un minuto le permitieron tomar las gráficas que mostraban al ex director de Pemex en plácida convivencia en el oriental comedero de lujo; a su vez, la Fiscalía General de la República confirmó que Lozoya no está sujeto a arraigo domiciliario (aunque no explicó que tal falta fue propiciada por la propia FGR) y, por tanto, puede moverse libremente en la Ciudad de México, laxamente supervisado mediante un brazalete electrónico (laxa, tal vigilancia, como lo muestra que primero se haya enterado una periodista de la cena en el Hunan que la morosa Fiscalía).
El escándalo potenció las expectativas respecto a lo que sucederá al empezar el próximo mes, cuando termine el plazo extendido para que Lozoya afine sus delaciones contra Luis Videgaray Caso y Enrique Peña Nieto, como jefes del receptor de fondos corruptores de Odebrecht y partícipe en otro(s) negocio(s) dañino(s) al interés nacional, en específico la compra a precio inflado de una planta nacional desvencijada. Delaciones que alcanzarían a otros personajes de la clase política tradicional y que podrían llegar, por ejemplo, al ex ocupante de Los Pinos, Felipe Calderón Hinojosa.
Los incidentes con palillos chinos de estos días dan marco a la generalizada impaciencia e incluso enojo de sectores políticos y sociales que consideran ineficaz la gestión de Gertz Manero, fiscal presuntamente autónomo que pareciera especializado en entrampar procesos relevantes (salvo los que son de su interés) e ir gastando el tiempo sin los resultados deseables conforme a los compromisos justicieros de la llamada Cuarta Transformación, en cuyo contexto se dio su llegada primero a la Procuraduría General de la República y enseguida a la naciente FGR.
Astillas: la batalla por la distribución de gas para consumo domiciliario llegó ayer a niveles de riesgo durante un paro de labores de particulares, uno de los cuales, según el reporte oficial, habría abierto una manguera como protesta, lo que llevó a la detención del acusado de tal maniobra… Y, mientras Rocío Nahle, secretaria de Energía, confía en que exista buen entendimiento entre el gobierno y los concesionarios privados, de manera que no sea necesario para ninguno de los bandos recurrir a demandas por la reforma eléctrica (https://bit.ly/3v4Dg6j), ¡hasta mañana!
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