Las fotografías en las que se ve al ex director peñanietista de Petróleos Mexicanos plácidamente degustando platillos de la cocina china dejan algo muy claro: los dos (Emilio Lozoya y Alejandro Gertz) se tienen que ir; el primero a la cárcel y el segundo a su casa, porque ha sido un largo año de tomarle el pelo a los mexicanos, pues uno hace como que “denuncia” y el otro como que “investiga”, con resultados más que paupérrimos.
Tras la publicación de esas gráficas, a la Fiscalía General de la República (FGR) le tomó más de 48 horas pronunciarse sobre este caso, sólo para afirmar que Lozoya “no ha infringido las medidas cautelares” impuestas por un juez de control del Reclusorio Norte. “El ex funcionario solicitó el criterio de oportunidad (para convertirse en testigo colaborador), ofreciendo denunciar a sus cómplices y encubridores, a cambio de obtener beneficios que le permitieran eventualmente obtener una menor sentencia. Las pruebas (por él) aportadas han permitido judicializar a un primer grupo de legisladores que recibieron sobornos millonarios para votar en favor de las pretensiones de Odebrecht”.
Pues bien, lo primero que la FGR debe aclarar es en qué consisten esas “medidas cautelares”, porque es por todos conocido que el 30 de julio de 2020 agentes ministeriales colocaron la tobillera electrónica a Emilio Lozoya, al tiempo que se le retiró su pasaporte, “estará bajo estricta vigilancia” y “está obligado” a firmar cada 15 días en el juzgado que lleva su proceso, cuya audiencia se ha pospuesto en tres ocasiones, a contentillo del imputado.
Por el lado de la judicialización de “un primer grupo de legisladores que recibieron sobornos millonarios para votar en favor de las pretensiones de Odebrecht”, hasta ahora sólo uno, el panista Jorge Luis Lavalle Maury, está encarcelado. Por su parte, el mafioso Alonso Ancira estuvo preso un par de meses en México solo para llegar a un acuerdo (que ha incumplido) de reparación de daño por Agronitrogenados, y lo liberaron. Ahora se encuentra en Estados Unidos muy quitado de la pena.
Ayer, el presidente López Obrador se refirió a este asunto con menú chino: “creo que es legal, pero es inmoral el que se den estas cosas; es una imprudencia, un acto de provocación, porque este señor está como testigo colaborador, recibe trato especial porque decidió dar a conocer toda la corrupción que se produjo en el sexenio anterior, incluso desde Calderón, todos estos negocios con empresas extranjeras, lo de Odebrecht. Él reveló cómo, a cambio de contratos, Odebrecht entregó dinero para campañas políticas; y también cómo la reforma energética la aprobaron los legisladores porque recibieron sobornos. ¿Qué legisladores?, pues los del bloque conservador”.
Eso dijo, pero exigir ética al ex director de Pemex es como pedirla a la caterva de bandidos que se adueñaron de México durante casi 40 años. “Es inmoral”, dice Andrés Manuel, pero Lozoya y, todo indica, Gertz son fieles seguidores del Alazán Tostado –Gonzalo N. Santos, el cacique potosino–, en aquello de que “la moral es un árbol que da moras, o sirve para una chingada”.
Hasta ahora, la única cárcel que Lozoya ha pisado es la española, y sólo por unos cuantos meses. Llegó a México y fue a parar directo al hospital, del que plácidamente se fue a su casa, no obstante estar acusado, cuando menos, de asociación delictuosa, cohecho y operaciones con recursos de procedencia ilícita, lo que sin alegato alguno amerita prisión inmediata. Pero no, con la ficha de testigo colaborador, el ex funcionario goza de libertad, con todo y tobillera electrónica, y una que otra vianda del Hunan.
Tras la publicación de las citadas fotografías, parece que a la Fiscalía General de la República le dio por contar chistes, como el de ayer, en formato de comunicado oficial: “los procesos en contra del acusado (Emilio Lozoya) y de quienes recibieron sobornos continuarán con la transparencia que se ha llevado en este caso y que fue dada a conocer públicamente a todos los medios el 6 de enero de 2021”, es decir, tras el reclamó público del presidente López Obrador por el tortuguismo de la FGR (“se está llevando mucho tiempo en las averiguaciones”), a lo que Gertz reviró: “la semana próxima se judicializarán expedientes vinculados al caso Lozoya.
Las rebanadas del pastel
Pues bien, llegamos a octubre y nada, salvo que el imputado está muerto de la risa.