Para curar el dolor es preciso exhibirlo, hablarlo, gritar, aullar y vociferar, afirmó la poeta y activista Carmen Saavedra (Ciudad de México, 1965) al presentar su libro La cura. La radiografía del dolor, en el Museo Nacional de la Revolución. “Es un dolor social del que somos parte y que queremos enfrentar”.
Y luego llega la cura, “y hablo en femenino intencionalmente”. El libro ha sido incómodo para algunos varones, agraviados por algunos poemas. “No es de amor hacia las mujeres y de odio entre los hombres. ¡No! Es una radiografía del dolor social en un mundo desigual”.
La presentación editorial se trató de una cita postergada, ya que estaba programada el 8 de marzo de 2020, pero debido a la masiva marcha de mujeres el museo fue cerrado ese día y, después, por la pandemia se aplazó el rencuentro.
“Estar aquí es una esperanza, es un retorno a la vida y a la poesía”, expresó la escritora Svetlana Garza, quien junto a la investigadora Cristina Arévalo acompañó a Carmen Saavedra en el sótano del representativo monumento nacional herencia del porfirismo, ubicado en la colonia Tabacalera.
Dos apartados componen el sentido del libro publicado por Ediciones El Nido del Fénix. Primero, la parte trágica de la radiografía, y luego la cura, “son las convicciones a las que no renunciamos pase lo que pase”, describió Saavedra su cuarta publicación, en la que incluyó textos sangrientos, muy fuertes y absolutamente descarnados y, como en la portada, lo que hizo fue sacar el corazón.
“El dolor duro, descarnado, desnudo, es lo que buscaba plasmar.
Antes de leer algunos de los poemas de La cura, hizo una denuncia contra los caciques que se apropian de los espacios y excluyen a las mujeres. “Necesitamos manifestarnos y tomar las espacios”, convocó.
Svetlana Garza, autora de La rinoceronta en el cuarto, opinó que el libro de Saavedra es brutalmente honesto, “para que nos sintamos acompañadas en nuestro dolor. Te hace saber que no es tu culpa, que no está bien que suceda y que el mundo puede ser cambiado”.
Señaló que “este libro para mí está relacionado con esa marcha del 8 de marzo. Fue muy simbólico y luego nos guardamos; está relacionado con el feminismo y la importancia de las publicaciones independientes hechas por las mujeres”.
Después de citar a Virginia Woolf, agregó que “no vamos a escribir para producir dentro del patriarcado, vamos a escribir para tener voz”.
Cristina Arévalo, activista feminista e impulsora de Cabaret Poético, comentó que al leer La cura encontró una voz estética que sale de lo convencional, sin barullo y sin pretensiones sensacionalistas. “Carmen sugiere que todas somos el incendio y nos levantaremos a pesar de los pies destrozados y el corazón crucificado”.
Apuntó que en los tiempos aciagos que nos han tocado vivir a las mexicanas, con casos de feminicidios y perversas historias de sus perpetradores, es profundamente esperanzador saber que se sigue escribiendo y leyendo poesía. El mundo necesita poesía.