La baja efectividad del modelo de educación a distancia que se echó a andar por la pandemia puede resultar en un costo permanente, medido en términos de aprendizaje, de al menos un retraso de tres años de escolaridad, por lo que si el mercado del empleo lo identifica se puede profundizar la precariedad laboral en el tiempo, reveló el estudio Los efectos potenciales de la pandemia de Covid-19 en el aprendizaje escolar.
En entrevista con La Jornada con motivo de dicho estudio, Roberto Vélez, director ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), explicó que lo anterior coloca en peor situación a los jóvenes de hogares con menos recursos, que en ausencia de medidas compensatorias, puede traducirse en un conjunto decreciente de oportunidades con un costo en términos de movilidad social para los jóvenes mexicanos.
“Estamos partiendo (antes de la pandemia) de una situación de desigualdad alta, de movilidad social baja y de precariedad laboral preocupante; por lo que si el choque de la pandemia no se mitiga, no es que la desigualdad, la movilidad o la precariedad se mantengan, sino que se profundizarán con el tiempo”, advirtió Vélez.
Para dar una idea de lo que implica un costo de aprendizaje de tres años, en el caso más extremo, se usa como referencia el ingreso laboral promedio por nivel educativo antes del choque de la pandemia.
Con datos de la Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación para el primer trimestre de 2020, la diferencia en el ingreso laboral promedio entre trabajadores con niveles elementales y medios completos en la región sur del país, por ejemplo, fue de 656 pesos al mes (5 mil 112 frente a 5 mil 767 pesos, respectivamente).
Asumiendo que el mercado laboral puede distinguir la diferencia de aprendizajes sin cambios en los años formales de escolaridad, el costo de toda la vida se traduciría precisamente en los 656 pesos mencionados, una caída de más de 11 por ciento del ingreso laboral mensual de la población que ha completado la escuela media (por el retraso de tres años).
No obstante, esta reducción puede ser más significativa para las personas que tienen títulos escolares de sistemas escolares que señalan negativamente en el mercado laboral, con lo cual la brecha de ingresos puede ser más significativa en un contexto de menor nivel de ingreso promedio.
“En la medida que quede estancado el stock del capital humano o se empobrezca, esa población va a tener menos capacidad adquisitiva, por lo que hay más probabilidad de caer en pobreza”.
Roberto Vélez afirmó que por lo menos se deben llevar a cabo tres estrategias para mitigar los efectos antes mencionados, pero requiere inversión, más allá de lo que el gobierno federal y los estatales destinan.
El primero es infraestructura en las escuelas, un problema estructural que se profundizó ante el abandono; el segundo son los recursos humanos, equipar a los profesores para que aceleren el proceso de aprendizaje, ya hay una brecha, hay que recuperar los perdido lo más rápido posible. Por último, el choque socioemocional que implica la pandemia en los estudiantes requiere de los profesores una capacidad distinta, porque no es habitual vivir una pandemia y un confinamiento.