Las mujeres privadas de la libertad enfrentan condiciones aun más difíciles que los varones, pues la enorme mayoría de las cárceles del país no fueron diseñadas para atender sus necesidades específicas, y en dichos lugares suelen tener que compartir espacios con hombres, lo que las expone a agresiones sexuales y otros abusos.
Así lo advirtió la directora general de la tercera visitaduría de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Hilda Téllez Lino, quien detalló que las prisiones para mujeres tienen serias deficiencias en materia de acceso a la alimentación y la salud para las internas, además de carecer de personal capacitado y suficiente de custodia.
“Hay una deuda institucional histórica con las mujeres privadas de libertad y una brecha gigante en relación a sus condiciones de vida en comparación con los hombres. Los centros penitenciarios no fueron diseñados con enfoque de género, sino que se han ido adaptando” para albergar a las internas, señaló la experta en un foro virtual.
De acuerdo con Téllez, en México existen 12 mil 577 mujeres presas –5.66 por ciento de la población penitenciaria–, 10 mil 544 del fuero común y 2 mil 33 del federal, de las cuales poco más de la mitad (55 por ciento) se encuentran en cárceles mixtas controladas por gobiernos estatales, en espacios adaptados para ellas de forma ineficiente.
De igual forma, estudios de la CNDH revelaron que en el país sólo hay 19 cárceles para mujeres, de las cuales nada más una es federal. Lo anterior lleva a internarlas en prisiones mixtas donde hay sólo una o dos mujeres, lo cual las pone en condiciones particulares de riesgo.
En la mayoría de las prisiones femeniles, indicó Téllez, se documentaron situaciones “irregulares”, como falta de personal suficiente de seguridad y custodia o preparación inadecuada del existente; deficiente separación entre procesadas y sentenciadas, malas condiciones de higiene, salud y alimentación, y falta de atención adecuada para personas con problemas de adicción o adultas mayores.
Un aspecto especialmente grave, subrayó la funcionaria, es el de la nula capacidad institucional para otorgar a las internas los insumos sanitarios para su periodo menstrual, lo que lleva a muchas de ellas a usar papel periódico, ropa o esponja de colchonetas a manera de tampón.