Un aspecto fundamental de la transformación planteada por el Presidente, es el relacionado con la lucha que se ha venido realizando contra la corrupción, la cual ha resultado bastante más difícil de lo que pudiéramos imaginar, dando como resultado que un amplio conjunto de ex funcionarios corruptos sigan libres, disfrutando de los beneficios de fortunas adquiridas mediante operaciones delictivas, apoyadas en modificaciones a leyes y reglamentos, realizadas por congresistas, para dar impunidad a quienes utilizan diversos esquemas para favorecerse.
Estas conductas han caracterizado no sólo a presidentes y altos funcionarios del gobierno federal, pues son y han sido seguidas tambien por gobernadores, presidentes municipales, funcionarios menores y congresistas en todo el país, conformándose una cultura que hoy es aceptada como parte de la realidad por un alto porcentaje de la población que vive en situación de pobreza extrema, ignorando que ésta no es asunto de mala suerte, sino de esos actos por parte de quienes supuestamente han tenido la función de mejorar el nivel de vida de todos los mexicanos.
Todo esto nos conduce a pensar que la única forma de resolver este grave problema es mediante la educación, una que nos permita generar una cultura diferente, como la que tienen en los países más avanzados, incluyendo a naciones del norte de Europa, como Finlandia, Suecia, Noruega, así como a varios países asiáticos que hoy son reconocidos como ejemplares y que han sido capaces de recuperarse después de las tragedias que vivieron durante la Segunda Guerra Mundial.
¿Será posible crear una cultura similar en nuestra nación en los poco más de tres años que restan al presente gobierno? probablemente no, pero es factible sembrar las bases de este cambio a través de programas de preparación de los maestros de educación primaria, secundaria y media superior de toda la República, mediante la adición de este tema fundamental en un nuevo modelo educativo.
Así, la publicación de libros de historia, ética y civismo para los profesores, preparándolos para presentar estos temas a sus estudiantes desde una edad temprana, con el propósito de generar una cultura distinta , habrá de constituir un legado trascendente del presente gobierno en el campo de la educación, uno que permita la formación de una actitud diferente en las próximas generaciones de mexicanos.
Si nosotros escudriñáramos los libros de texto escolares de la historia nacional que cada año son distribuidos de manera gratuita a los niños de todas las escuelas, públicas y privadas, nos daríamos cuenta de que desde su concepción han dividido a los personajes de nuestra historia como los “buenos” y los “malos”, donde los primeros fueron no sólo verdaderos héroes ejemplares, sin grandes defectos ni errores sociales, mientras que los segundos fueron traidores, canallas y algunos, incluso, asesinos, logrando con ello que tales libros no sólo sean aburridos, sino ajenos a la realidad.
De manera particular, se presenta a los gobernantes que surgieron de la Revolución como seres perfectos, sin que exista referencia alguna a sus crímenes (Díaz Ordaz y Luis Echeverría) o a sus actos de corrupción (López Portillo; Salinas de Gortari y sus sucesores), y sin referencia a los fraudes electorales del propio Salinas o Felipe Calderón.
¿Cuántos de los multifamiliares, hospitales y edificios de oficinas y departamentos que se cayeron durante los terremotos de septiembre de 1985, con miles de muertos, se debieron a actos de corrupción en los procesos de construcción de esos inmuebles? De igual manera, si hiciéramos un recuento de los enfermos que perecieron en hospitales de Veracruz, durante el gobierno de Javier Duarte, por los supuestos medicamentos, que les fueron aplicados y que habrían sido sustituidos por agua purifica-da, nos percataríamos de que cada una de las vidas perdidas y las tragedias de sus familias, se hicieron para que este siniestro personaje incrementara sus “utilidades” en unos miles de pesos.
Además, los actos de corrupción en la construcción de carreteras y otras obras civiles causaron que varias de ellas quedaran inservibles en poco tiempo, por los malos materiales usados, por los moches que las empresas constructoras debían entregar a los funcionarios que les asignaban los contratos. El hecho de que más de la mitad de la población viva hoy en condiciones de pobreza es y ha sido producto de actos de corrupción realizados en la mayor parte de las instituciones gubernamentales y con la participación de varias empresas.
Así, es claro que debemos cambiar de manera profunda y radical, y esto debiera ser parte central de la llamada Cuarta Transformación (4T), que de otra manera será olvidada en unos años para volver a las condiciones lamentables que dejaron los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto.
* Director del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa