Tijuana, BC., Alrededor de 25 hectáreas de una zona agrícola y de conservación del Valle de Guadalupe fueron desmontadas para instalar el foro donde el próximo sábado el cantante popular Christian Nodal ofrecerá un concierto, con lo cual se reaviva el conflicto entre quienes viven en el famoso valle vinícola y las empresas que impulsan la construcción de zonas residenciales, actos masivos y la instalación de “giros negros”.
La vocación del valle, y con ello sus tierras y agua, está en disputa desde hace algunos años, cuando se popularizó por contar con algunos de los mejores vinos del país y empezó a “vender” un estilo de vida en el campo, rodeado de hermosas noches estrelladas, paseos entre viñedos y bodas “muy exclusivas”.
La subsecretaría de Medio Ambiente del estado clausuró el miércoles los trabajos de la empresa APM –representada legalmente por Paola Franco Robles–, organizadora del concierto; sin embargo, ayer fueron retirados los sellos porque la firma presentó un manifiesto de impacto ambiental.
Los permisos municipales –otorgados en 2015, antes de las reglamentaciones más recientes–, permitirán a esta compañía no sólo desmontar, sino construir un hotel y un anfiteatro con capacidad para 7 mil personas. Incluso, todas las entradas para ver a Nodal, las cuales costaron 3 mil pesos, están agotadas.
Los problemas por el crecimiento de la actividad en el valle empezaron con la falta de agua y las densidades permitidas para rentar espacios, así como la instalación de grandes vinícolas, que no sólo venden vino, sino también viviendas y organizan conciertos y bodas, que muchos sintetizan con la palabra “giros negros”.
La idílica planicie ha ido perdiendo así los espacios de siembra de vid, matando su actividad primordial: la producción de vino.
Axel de la Torre, de la organización Por un Valle de Verdad, anunció que el 9 de octubre se manifestarán para demandar que se aplique el reglamento aprobado en 2019, el cual contiene una serie de medidas para proteger el entorno.
“El tema del concierto es el ejemplo perfecto de todo lo que está mal en el valle. Están aplanando el cerro, desmontando vegetación nativa y violando todos los reglamentos para un concierto de 10 mil personas. Es una locura lo que están haciendo”.
Agregó que lo que están peleando “es que se aplique la ley. Sí, son dos visiones de cómo queremos vivir, pero te puedo decir que quienes le están cambiando el rostro al lugar no viven aquí, son depredadores económicos que buscan ganar miles de dólares en unos cuantos años, a quienes no les importa el impacto de los negocios que están proponiendo”.
Desde el punto de vista económico, si nosotros aceptamos no sólo la modificación del paisaje, sino el daño ecológico, “nos damos un balazo en el pie. A quienes vienen a ganar dinero, porque lo harán rápido y se irán pronto, no les interesa… Tenemos la tormenta perfecta para el fin de un destino, para que pase lo mismo que en Cancún o Tulum”.