Cada 12 de octubre, España celebra su Fiesta Nacional para conmemorar el “descubrimiento” de América. Lo hace desde 1892. La llaman también de la Raza o de la Hispanidad. Los panegiristas del dictador Francisco Franco afirman que, “por una predestinación providencial, descubrieron inmensos territorios en los que había de alumbrar el sol esplendoroso de su civilización y de su genio. Porque después de descubrir y de conquistar, pobló, colonizó regiones ignotas por unos hombres que sólo se amparaban con la cruz de nuestra religión y con la espada de nuestros católicos reyes”.
Ya nadie se atreve a calificar esa conquista como un gran logro para los pueblos originarios. Especialmente los descendientes de los que la sufrieron no olvidan a los que llegaron con la espada y la cruz , causaron muerte y destruyeron sus lugares sagrados, que sometieron a sus antepasados a la esclavitud, los despojaron de sus territorios y durante tres siglos explotaron sus enormes riquezas.
Pese a la independencia de España, los pueblos indígenas siguen marginados, en pobreza extrema. Pero hoy, como nunca, exigen terminar con esa injusticia. Y expresan su indignación derribando estatuas de los conquistadores. En Colombia, la de Gonzalo Jiménez de Quesada, fundador de Bogotá, “el más grande masacrador, torturador, ladrón y violador de nuestras mujeres y nuestros hijos”, según los indígenas. En Cali cae la de otro sanguinario invasor: Sebastián de Belalcázar. La de Francisco Pizarro, en Lima, la alejan cada vez más del lugar privilegiado que ocupó por décadas.
En Santiago, finalmente, retiran del parque donde estaba desde 1928, la escultura del general Manuel Baquedano (1823-1897), para algunos héroe de la guerra de Chile contra Bolivia y Perú (1879-1884). Se erigió para “glorificar el papel del ejército en la sociedad”, mas fue un genocida del pueblo mapuche. En Ecuador, una efigie de Isabel la Católica tiene sus días contados.
Y las erigidas en honor de Cristóbal Colón, quien por suerte se encontró la actual América, caen en Colombia, Chile, Argentina, México, Venezuela y Bolivia. No se olvidan las atrocidades que cometió. A su vez, cambian de nombre lugares públicos que recordaban a los conquistadores, como Hernán Cortés y Pedro de Alvarado en México. Algunos países del continente celebraron por décadas el Día de la Raza. Pero el 12 de octubre, y los demás días, deben ser de la justicia para los pueblos indígenas.