La ceramista Aurora Suárez Boldú (Ciudad de México, 1939) falleció ayer a las 6 de la mañana en su casa de Cuernavaca, Morelos, donde vivía desde hace 36 años, tras casarse con el también ceramista Hugo X. Velázquez (1929-2010). El pasado 23 de agosto había cumplido 82 años. Fue hija del periodista Luis Suárez.
De acuerdo con Bárbara Velázquez Súarez, su madre trabajaba en unas mazorcas de elote de cerámica con las cuales iba a hacer una instalación para una exposición. Las hermanas Bárbara y Sol también se dedicaban a diseñar junto con la artista el proyecto de crear una página web para el taller y tener un espacio para promocionar la producción de vajillas. Suárez Boldú dejó “una parte lista para vidriar, aún sin quemar. También unas vasijas hermosas”, apunta Bárbara quien, con su hermana, terminará el proyecto.
De arquitecta a crear en barro
Cuando Aurora conoció a Hugo éste ya era ceramista, mientras ella tenía formación de arquitecta, profesión a la que se dedicó varios años, además de trabajar el diseño gráfico 12 años. Suárez entró a trabajar en el taller desde que conoció a Velázquez: ‘‘Nos casamos; siempre hacía algo en el taller, primero no era algo creativo, sino un poco de administración. Luego, me fui metiendo más y más en el barro. Al cambiarnos a Cuernavaca, en 1985, ya no era práctico viajar a la Ciudad de México para trabajar. Entonces, me dediqué a la cerámica”, expresó Suárez en entrevista con La Jornada (6/03/19).
Aunque aprendió con su esposo, aclaró: “nunca tuvimos una competencia. Los resultados siempre han sido muy diferentes. Cada uno ha conservado su identidad sin influirnos, aunque he sido alumna suya en el sentido de aprender lo que no era mi profesión”. Con trayectoria de ceramista de más de tres décadas, Suárez agregó que en esta actividad, “como sucede en la vida misma, tratamos de encontrar un equilibrio entre el aprendizaje de la técnica con nuestra propia creatividad”.
En 2007, con motivo de su exposición Toma este vals (título tomado de un poema de Federico García Lorca) en la Casa Luis Barragán, Suárez explicó por qué le atraía la cerámica: “Me gusta lo dúctil del barro y el hecho de que lo puedes moldear a tu gusto. Es un material con el que siempre te llevas muchas sorpresas cuando sale del horno. No sabes muy bien qué va a pasar. De algo muy blando, se vuelve muy duradero, petrificado. Pero, mientras lo trabajas, hay como una conversación muy padre con él.
Respecto de los desafíos de la cerámica, expuso: “El reto es técnico. Por ejemplo, una placa de ciertas dimensiones, en alta temperatura, tiene el desafío de que no se rompa, de que no esté torcida cuando salga del horno. Por ejemplo, las piezas que hice de volumen, con los churros, por lo general tienen las paredes muy delgadas. Eso también es un reto técnico.
En 2019, la creadora expuso obra suya por vez primera junto con la de su esposo en el Museo de Arte Popular, aunque ya habían contribuido para alguna exposición colectiva. Sin embargo, la primera muestra completa de ambos, Corazones de fuego y otros atados, incluyó piezas nuevas del binomio artístico.
La idea surgió de una serie que Velázquez creó entre 2008 y 2009, aunque ‘‘no las había quemado’’, es decir, no habían entrado al horno. Al fallecer su cónyuge, a Suárez le tocó someterlas a la alta temperatura. Se trataba de ‘‘unas placas de porcelana –algunas se exhibieron hace tiempo en Casa Barragán– con unas formas femeninas”.
También en 2019, Suárez se inspiró en el filme Nostalgia de la luz (2010), del documentalista chileno Patricio Guzmán, para crear la instalación Desierto de Atacama, que fue expuesta en el Museo de Arte Indígena Contemporáneo (MAIC) en Cuernavaca. Suárez Boldú será velada hoy de 10 a 13 horas en su taller en la capital de Morelos. Después, sus restos serán cremados. La dirección es avenida 10 de abril 606, colonia Vicente Estrada.