Como acostumbra, a la hora de las grandes decisiones nacionales la siempre histérica cúpula empresarial recurre al chantaje y a divulgar versiones apocalípticas sobre el futuro del país, sin explicar, nunca, en qué basa sus aseveraciones ni por qué se cumplirían sus tétricos vaticinios. Se dedica, simplemente, a soltar el bulo, a repetirlo como perico y a nutrirlo por todos los medios. Así ha sido desde la fundación, casi medio siglo atrás, del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) dedicado a “combatir el comunismo” gubernamental.
La reciente iniciativa en materia eléctrica que el presidente López Obrador envió al Congreso no podía ser la excepción: noticias falsas por doquier, versiones de que el gobierno “volverá al monopolio”, “expropiará a las empresas” del sector y quiere “lastimar profundamente la economía de las familias mexicanas y al medio ambiente” (algo, esto último, en lo que la depredadora cúpula empresarial es experta, siempre en nombre de la “competitividad”), amén de que los cambios constitucionales por él propuestos “golpearán las finanzas de los consumidores de electricidad”, “afectará la libre competencia”, “ahuyentará la inversión, impidiendo la reactivación de la economía” y “es un hecho (sic) que generará desabasto, apagones y tarifas cada vez más caras”. Eso y mucho más.
Uf, ¡qué panorama tan negro!, pero hay que recordar que la cúpula empresarial hizo una pataleta similar cuando en el inicio de la pandemia exigió al presidente López Obrador que el gobierno se endeudara (propuso un billón adicional de pesos) para “rescatar” a los machuchones del sector privado (además, exenciones fiscales) y que el Estado (al que el CCE aborrece, pero estira la mano cuando de pagar cuentas se trata) asumiera los costos (facturables a la mayoría de la población), mientras los barones cosechaban utilidades.
Como el mandatario la mandó a paseo, la cúpula empresarial armó una grotesca cuan extorsiva campaña en contra del gobierno, “porque nos cerró las puertas y decidió no hacer nada en apoyo del enorme universo de empresas y personas; necesitamos ser escuchados. Él será el único responsable”. Y los integrantes del CCE (7 organizaciones asociadas y 5 invitadas permanentes) lo repitieron como pericos.
Desde la llegada de López Obrador la cúpula empresarial no ha parado en sus campañas sucias y desinformadoras, pero con la iniciativa de reforma constitucional en materia eléctrica mete el acelerador a fondo, siempre en defensa de contratos leoninos, saqueo al erario, depredación, subsidios a particulares, negocios turbios, “rescates” y demás caramelos que los gobiernos neoliberales le regalaron.
Por allá aparece un Consejo Ejecutivo de Empresas Globales (léase trasnacionales) repartiendo la misma propaganda: “vemos con enorme preocupación la iniciativa de reforma en materia eléctrica, pues afectaría profundamente la competitividad del país a corto y largo plazos. De ser aprobada en sus términos por el Poder Legislativo, incrementaría los costos de las tarifas eléctricas, tanto de familias como empresas, y se limitaría el acceso a energía asequible, segura, sostenible y suficiente, indispensable para el desarrollo industrial, social y económico del país”.
¿Quiénes integran el CEEG? ¡Sorpresa! Iberdrola, en primer lugar, seguida de otras trasnacionales que hacen pingües negocios en México, muchas de ellas en el sector energético. Su cabeza visible es Alberto de la Fuente, presidente y director general de Shell México, quien, de acuerdo con su propia información, “trabajó en la Oficina de la Presidencia, la Secretaría de Energía y la Comisión Reguladora de Energía”. También aparece otra estrellita neoliberal: Mónica Aspe, hija de Pedro, el de los mitos geniales; con Peña Nieto fue representante de México ante la OCDE y subsecretaria de Comunicaciones y Transportes. De allí brincó a la dirección general de AT&T, de negro historial.
Entonces, como bien lo dice López Obrador, “en las redes sociales y en los medios convencionales hay mucha desinformación, pero es por lo mismo. Es que reparten mucho dinero los de Iberdrola y todos ellos, y tienen campañas para asustar; mienten como respiran… y lo que no suena lógico suena metálico, este es el asunto”.
Las rebanadas del pastel
Y mientras las calificadoras se suben a la extorsión, el chiste va por cortesía de Carlos Salazar, presidente del CCE: “la iniciativa privada no tiene una visión clasista”.