Entre la militancia de Morena la pregunta vigente es sobre lo que se hizo en los últimos años con las prerrogativas, es decir, con el dinero que llegó hasta la organización, la cual resulta obligada.
Fue muy obvio que en la elección pasada la ausencia de propaganda durante la campaña en esta ciudad fue notoria, mientras los otros partidos, con menos recursos oficiales, tapizaron –como Acción Nacional– muchas calles.
La explicación debe ser clara, urge hacer transparente el uso de los recursos económicos que tuvo ese partido, porque de otra manera la credibilidad de que Morena sea tan diferente como requiere la 4T se vendrá abajo.
Nada que pueda parecerse siquiera a la deshonestidad puede ser aceptada por la nueva dirigencia, la cual tiene que responder a los reclamos de muchos militantes que se sienten marginados de la vida de su partido.
Pero también está lo político, el diagnóstico de lo sucedido. Hay grupos de morenistas que se estrellaban con un “no hay recursos” cuando presentaban proyectos de trabajo y, según dicen, el organismo se dividió en tribus que se manejaron bajo sus propios intereses, nunca por los de Morena.
Es hora de enfrentar el disgusto de la militancia y la primera urgencia por resolver será, sin duda, un informe de lo que se hizo con el dinero – peso por peso– que debería haberse notado en una estrategia que nunca apareció en la contienda electoral.
La pelota está ahora en la cancha de Tomás Pliego, que no deberá tardar mucho en brindar explicaciones amplias a todo Morena, pero también a los simpatizantes de esa organización que ponen en duda su participación luego de conocer algunas de las razones del resultado de las elecciones pasadas.
Sin demagogia, con números que cuadren y las explicaciones que por dolorosas que sean resulten menores frente a una debacle partidista que termine abatido por el “síndrome martillo” del PRD, son una obligación para el dirigente local. Esta prueba exige demasiado frente a los intereses de tribus y ambiciones personales que han puesto en jaque a Morena, pero enfrentarlas es poner en el ambiente político a ese partido como tal en la ciudad, cosa que hasta el momento no ha sucedido.
De pasadita
Lejos de todo pronóstico, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum citó, ayer por la tarde a la primera reunión de cabildo a los 16 alcaldes capitalinos. Entre las filas panistas se tenía preparado un discurso para acusar a la gobernadora de la ciudad de, cuando menos, dilatar la reunión, en caso de que se retrasara, pero la convocatoria destruyó las malas intenciones.
Pero cuando escucharon que se trataba de laborar por los ciudadanos y en conjunto, seguramente hubo quienes, aun sin expresarlo, se sintieron afectados y desarmados frente a la voluntad manifiesta de la jefa de Gobierno por alcanzar acuerdos de trabajo en equipo.
Sin gritos ni sombrerazos, durante poco más de 90 minutos se habló de los problemas que vive la ciudad y uno de los de mayor calado fue el de la vigilancia en las escuelas por el regreso al sistema presencial masivo.
En general, el tema de la seguridad en la ciudad motivó el uso de la mayor parte del tiempo, pero la atención a ese problema en que la gente exige solución y las estrategias para poder brindarla con suficiencia también ocupó un buen tiempo en la reunión.
El encuentro terminó con buenos augurios, y aunque por parte de la oposición podría decirse que hubo buena recepción a los temas que desarrolló Sheinbaum, ninguno de quienes la integran, salvó Mauricio Tabe, se comprometieron a asistir a esas reuniones. Ya veremos.