París. Unos 216 mil menores fueron víctimas de abusos sexuales en el seno de la comunidad católica en Francia entre 1950 y 2020, reveló ayer en un informe Jean-Marc Sauvé, presidente de la Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia.
La cifra ascendería a 330 mil si se toma en cuenta a los laicos que trabajaron en instituciones religiosas, como en el ámbito educativo u en organizaciones juveniles, destacó el especialista al presentar el reporte en París, primer examen importante del abuso dentro de la Iglesia.
Hasta principios de 2000, la Iglesia católica francesa mostró una “cruel indiferencia” hacia las víctimas de estos abusos que tuvieron un “carácter sistémico”, subrayó Sauvé. No sólo no adoptó las medidas necesarias para prevenir el abuso, sino que tampoco informó sobre ello y, a veces, puso a los menores de edad en contacto con sus depredadores, detalló.
“Las consecuencias son muy graves”, aseguró al comentar que 80 por ciento de las víctimas eran varones, en su mayoría de entre 10 y 13 años; cerca de 60 por ciento de los hombres y mujeres que sufrieron abuso sexual tienen problemas importantes en sus vidas actualmente.
Las enseñanzas sobre algunos temas, como la sexualidad, la obediencia y la santidad del sacerdocio, ayudaron a crear puntos ciegos que permitieron los abusos del clero, según Sauvé, quien destacó que esta institución debe reformar la manera en que aborda esos puntos para restituir la confianza con la sociedad.
Llamó a la comunidad católica a emprender acciones firmes, denunciando las “faltas” y el “silencio”, además exhortó al Estado francés a que ayude a compensar a las víctimas, en especial en los casos que han prescrito.
La comisión emitió 45 recomendaciones para prevenir los abusos, incluida la capacitación de curas y otros religiosos; revisar la ley canónica –el código empleado por el Vaticano para gobernar la Iglesia–, así como fomentar políticas para reconocer y compensar a las víctimas.
Este católico practicante de 72 años entregó el informe de más de 2 mil páginas, “una pesada carga tanto en el sentido literal como figurado”, a la Conferencia Episcopal (CEF) y a la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Francia, que lo encargaron.
Tras admitir que siente “vergüenza”, Eric de Moulins-Beaufort, presidente de la CEF, ofreció disculpas a las víctimas y señaló: “estamos consternados” por las conclusiones del reporte. Mostró su “determinación a actuar”, aunque no dio detalles de cómo erradicaría estas prácticas.
Las víctimas valoraron de manera positiva el informe. Olivier Savignac, presidente de la asociación Hablar y Revivir, que contribuyó a la pesquisa, declaró a la agencia de noticias Ap que la elevada proporción de víctimas de abuso es especialmente “aterradora para la sociedad francesa y la Iglesia católica”.
Savignac luchó contra el clero por abordar estos casos como anomalías individuales y no como un horror colectivo. Contó que a los 13 años fue abusado por el director de un campamento católico en el sur de Francia, quien fue acusado de agredir a otros chicos.
En tanto, el papa Francisco manifestó que “sus pensamientos están con las víctimas, con gran dolor por sus heridas”, indicó el Vaticano. Jorge Mario Bergoglio dijo esperar que “la Iglesia de Francia, consciente de esta terrible realidad, pueda embarcarse en un camino de redención”.
Francia no es un caso aislado. Al menos 3 mil 677 menores fueron víctimas de abusos de religiosos en Alemania entre 1946 y 2014, según un informe de 2018, y, de acuerdo con abogados independientes, se presentaron en Estados Unidos más de 11 mil denuncias.
Otros escándalos estallaron en México, Chile, Canadá y Australia. En abril pasado, enviados de la Organización de Naciones Unidas pidieron a Francisco que actúe y expresaron su “gran preocupación” ante tantas acusaciones.
El pontífice argentino ha convertido la lucha contra las agresiones sexuales, conductas que hacen del clero un “instrumento de Satán”, en una de sus prioridades y en 2020 publicó un manual para gestionar denuncias en la Iglesia católica.
Los 22 miembros de la Ciase comenzaron los trabajos en febrero de 2019 tras una serie de escándalos, como el del sacerdote Bernard Preynat, condenado el año pasado a cinco años de prisión por abusos cometidos entre las décadas de 1970 y 1980, cuyo caso inspiró la premiada película Gracias a Dios, del director François Ozon.
De acuerdo con Sauvé, 22 supuestos delitos pueden enjuiciarse aún y han sido remitidos a la fiscalía. Más de 40 casos eran demasiado antiguos como para presentarlos a los tribunales pero implicaban a presuntos agresores que siguen vivos y fueron derivados a las autoridades eclesiásticas.
Durante estos dos años y medio los especialistas escucharon a las víctimas y testigos, estudiando archivos eclesiásticos, judiciales, policiales y de prensa desde la década de 1950.
“Ustedes, miembros de la comisión, regresan del infierno”, comentó durante la presentación François Devaux, fundador de La Parole Libérée, antigua asociación de víctimas que en 2016 denunció el caso de Preynat y la inacción de cardenal Philippe Barbarin.
Las primeras cifras avanzadas ya dieron muestra del horror. De los 115 mil sacerdotes o religiosos hombres censados en los últimos 70 años en Francia, hubo “entre 2 mil 900 y 3 mil 200 pederastas”, indicó el domingo Sauvé a la agencia de noticias Afp, aclarando que era una “estimación mínima”.
“Quiero que la Iglesia reconozca esa extrema violencia”, que dé nuevas directrices a los clérigos, pero, sobre todo, que “no pase la página”, sostuvo Jean-Marie, de 82 años, quien fue víctima de abusos por religiosos en su infancia.