La Paz. El presidente de Bolivia, Luis Arce, posesionó ayer al nuevo alto mando militar, el tercero designado en 11 meses de gobierno, en medio de tensiones internas por el enjuiciamiento de varios ex jefes tras la crisis política de 2019 que derivó en la renuncia del entonces mandatario Evo Morales.
Arce atribuyó a la “falta de disciplina” el “quiebre del orden constitucional” en noviembre de 2019, cuando la cúpula militar conminó a Morales renunciar para evitar el desborde de la violencia en medio de un estallido social tras denuncias no probadas de fraude en las elecciones en las que el entonces mandatario ganó un cuarto mandato.
“Cuando hay subordinación y disciplina en las fuerzas armadas la estabilidad del gobierno legítimamente constituido está garantizado. Cuando faltan, pueden reinar el caos y la incertidumbre”, sostuvo el mandatario, al tiempo en que subrayó que “las fuerzas armadas tienen la misión de asegurar la independencia, seguridad y estabilidad del gobierno legítimamente constituido”.
“Las fuerzas armadas colaborarán con la justicia, de acuerdo con las leyes y las normas. La Constitución ha sido quebrantada por acciones personales”, señaló por su parte el general Augusto García Lara, nuevo comandante en jefe. Junto a García rindieron juramento el nuevo jefe de Estado Mayor y el comandante de la Armada.
Más de medio centenar de políticos opositores, ex jefes militares y ex mandos policiales están en detención preventiva procesados por su participación en el golpe de Estado de 2019, durante el cual 37 personas murieron, 20 de ellas seguidores de Morales en dos matanzas perpetradas por las fuerzas del orden cuando la presidenta de facto Jeanine Áñez asumió el mando del país.
Áñez está detenida en una cárcel desde marzo y enfrenta cinco juicios con la salud deteriorada, según informes médicos. La oposición acusa al gobierno de “manipular la justicia” y desatar una “persecución judicial”.
A su vez, Morales ha sido sobreseído de todos los procesos en su contra, entre ellos el de fraude electoral. El ex presidente se mantiene activo en la política y lidera al gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) que controla la mayoría del Legislativo.Cocaleros recuperan mercado
Al grito de “¡sí se pudo!”, cientos de cocaleros críticos al gobierno de Arce retomaron el control del mercado donde comercializan la hoja de coca tras más de dos semanas de disputas.
Cientos de cocaleros entraron al inmueble después de más de una hora de enfrentamientos con la policía que custodiaba el lugar, con saldo de 10 uniformados lesionados.
“La policía se replegó para evitar más heridos”, informó el comandante de la policía de La Paz, Augusto Russo Sandoval, a la prensa local.
“Hemos recuperado nuestra cosa”, aseguró triunfante una mujer a medios televisivos.
Por la noche los cultivadores realizaban una vigilia en el mercado ubicado en el barrio Villa Fátima, en La Paz.
El 20 de septiembre el mercado fue tomado por otro grupo afín al gobierno, lo que provocó enfrentamientos con la policía. Luego, el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, dio su apoyo a la dirigencia que ingresó por la fuerza.
El mercado está a cargo de la administración de la Asociación de Productores de Hoja de Coca de La Paz, de los labriegos del norte de la ciudad.
En los últimos años, la organización se mostró contraria a Evo Morales, quien lidera el otro sindicato –las seis federaciones de los productores de coca– en la localidad de Chapare, en la región central de Cochabamba.
El comercio de la hoja de coca es legal en Bolivia y se realiza en mercados expresamente señalados por ley, los cuales son manejados por los sindicatos de cocaleros. Esa venta genera ganancias a los dirigentes y es la raíz del conflicto, según han reconocido los altos mandos.
En Bolivia la Constitución califica a la coca de “hoja sagrada” por la tradición cultural andina para usos tradicionales como el masticado y la medicina natural, de amplia práctica en el país. No obstante, buena parte de la producción de esa hoja se desvía a la cocaína de la que Bolivia es el tercer productor mundial, después de Colombia y Perú.