Ciudad de México. La ciclista Yareli Salazar cumplió su sueño olímpico en condiciones que llegaron al absurdo. Perdió la plaza a Tokio 2020 que consiguió en su especialidad, ómnium, donde por sus resultados era posible alcanzar medalla, y la Federación Mexicana de Ciclismo (FMC) la hizo competir en la prueba de ruta, la cual realizó sumida en un caos que le impidió concluir la carrera. No hubo razones ni argumentos, salvo la opacidad con la que actuaron los federativos que hicieron perder plazas olímpicas y afecta-ron resultados.
Una vez que ha terminado una temporada que Yareli califica de “agridulce”, anuncia que demandó a la FMC para que nunca más otra deportista viva semejante sainete. Jessica Salazar, otra afectada por decisiones inexplicables, a quien también le quitaron el derecho a competir en la plaza que ganó en su especialidad y fue inscrita en otra en la que nunca ha participado –precisamente la de Yareli–, tomó acciones legales por su parte.
“He terminado mi temporada con una sensación agridulce, porque por una parte estoy feliz de haber cumplido el sueño de participar en mis primeros Juegos Olímpicos, pero triste por la manera en que ocurrieron, porque por las decisiones de la federación mexicana se perdieron plazas ganadas y posibilidades de medallas.”
El escándalo por las decisiones de la FMC tuvo resonancia internacional. En septiembre, la Unión Ciclista Internacional (UCI), el máximo órgano rector de este deporte, suspendió a la federación mexicana por infracciones graves relacionadas con sus reglas y la condicionó a elegir una nue-va dirigencia.
“El anuncio nos sorprendió compitiendo en Bélgica”, comenta Yareli; “los mexicanos que estábamos allá, con nuestros propios recursos y sin que nos apoyara en nada la federación, sentimos miedo de que no nos dejaran competir. Pero la UCI aclaró que no nos afectarían a los ciclistas por esa decisión”.
Sin explicaciones ni nada
Ómnium, la especialidad que domina Yareli, es una prueba que involucra distintas modalidades, hay contrarreloj, persecución y resistencia, entre otras. La posición internacional que ocupa la hacía la competidora idónea para representar a México en los Juegos de Tokio. Ganó la plaza y su habilidad para el fondo también le permitió colaborar en el boleto para competir en ruta. Poco antes de Tokio 2020 se enteró que no participaría en su competencia por antonomasia.
“No nos dieron argumentos ni explicaciones, nosotras mandamos correos e hicimos llamadas, pero nunca nos contestaron”, asegura la competidora.
Ese fue el marco en el que acudieron a competir a Tokio. Jessica Salazar, por su parte, declinó el registro para asisitir en una prueba que no era la suya y unos días antes de partir a Japón, al conocerse este escándalo, la federación quiso corregir, pero la ciclista rechazó la nueva oferta.
“Decidimos hacer público hoy este reclamo contra la FMC, una vez que ya terminó la temporada, porque queríamos enfocarnos en competir y no meternos más presión de la que ya hemos vivido”, explica Yareli.
“Esta demanda no puede rever-tir lo que ya pasó, pero lo hacemos por las futuras generaciones, para que no vivan lo mismo que nosotras y que haya un cambio, que no sufran más por entrenar con una presión horrible y con el mie-do de ser sustituidas por alguien que le cae mejor a quien toma las decisiones.”
El miedo a los federativos mexicanos ha terminado por intervención de la UCI. Ahora impulsan un movimiento para que el cambio de dirección sea verdadero y no se instale “un títere” de los anti-guos dirigentes.
“Gracias a que intervino la UCI esta federación está bloqueada. Me da pena que esto ocurra ante los ojos del mundo, pero era necesario para que hubiera un cambio. La federación lleva demasiados años y ha ocasionado mucho daño al ciclismo”, señaló.