En la máxima monrealista de que lo importante es ganar, no quien gane, porque el pueblo aguanta, la alcaldía de Cuauhtémoc tiene como cabeza política a Sandra Cuevas, decidida a crear escándalos más que a gobernar.
Mujer de trayecto político corto, pero enormes sueños de grandeza, no precisamente políticos, Cuevas empezó a cumplir con sus ambiciones el fin de semana pasado.
Por esos días la servidora pública era derrotada por la verdadera Sandra, esa que hizo su entrada a la alcaldía cuyo piso mandó cubrir con un alfombra roja que pudiera calmar su apetencia de un estrellato que de otra manera se le hubiera negado.
Por ahí pasó Sandra, la de la farándula, la que dejó a sus electores arrumbados en las calles cercanas al edificio de gobierno, pero satisfizo el deseo de sentirse desfilando por el Hollywood de petatiux, arropada por algunos nombres de gente reconocida en las labores del espectáculo.
Ésa es la verdadera promesa de campaña: saltos de vallas, alfombras rojas, y cosas por el estilo, pero no, no es que se haya equivocado el elector, es que no tenía opción. Cuevas ganó con diez puntos porcentuales por encima de Dolores Padierna que ha quedado en la historia de aquellos rumbos como una anécdota, hoy sin fuerza, sin credibilidad.
Morena se equivocó hace tres años cuando concedió a Ricardo Monreal la opción de decidir quien podía ser el delegado. Néstor Núñez dedicó todos sus esfuerzos a cuidar a su mentor y se olvido de su condición de gobernante.
Hoy, Sandra Cuevas, en busca de los reflectores acusa al que fue delegado por Morena, y a ese partido, principalmente, de haber dejado la demarcación hecha una porquería, y se olvida de que ella es astilla del mismo palo: Monreal.
Será muy difícil que Cuevas pueda engañar al electorado, y más aún que ella logre gobernar con seriedad, fuera del guión del escándalo de carpa, una alcaldía que urge reconstrucción calle por calle, y esquina por esquina.
Así como Núñez, y esta vez con mayores ambiciones, Cuevas está convencida de que Monreal es su jefe y su labor será convertir a la alcaldía en la pista de aterrizaje de las pretensiones del zacatecano.
Aunque viéndolo bien, Morena pudiera volver a errar, y eso sí sería el colmo.
De pasadita
Por cierto ya es hora de que se haga algo con las calles de la ciudad. Baches, ciclistas, motociclistas, camiones de carga y repartidores, comercios desbordando banquetas, vendedores ambulantes, mercados callejeros. La lista se podría ampliar y con ella el horror y el desorden que día con día sufren los habitantes de la capital del país.
En el problema están involucradas varias dependencias, desde la secretaría de Ciclismo y Motos que encabeza el señor Lajous, hasta las jefaturas de las alcaldías que deben velar por el orden en el comercio ambulante, y hasta los verificadores que están a cargo de impedir que el comercio formal también invada las calles. Esto sin contar con la inseguridad que aunque en menos rango, pero aún existe.
Todo se ha conjugado para hacer menos posible la movilidad, y mayor el peligro para el transeúnte. Poner orden en las calles y los retos que eso significan sería un muy buen avance para crear un clima de tranquilidad y seguridad que de todas formas hace falta.
Si se les pone un alto a los ciclistas que no entienden de semáforos, y menos aún de cualquier indicación vial, como el sentido de la circulación, y se ordena a los camiones repartidores y a los carros de basura que se adueñan del arroyo vehicular, seguramente se respirará un mejor ambiente social en esta capital.