El presidente de Morena, Mario Delgado, ha llamado “conservadores”, “sectarios” y “burócratas” a quienes defienden la institucionalidad del partido y los derechos de la militancia. Pero cuando le tocó escuchar a los 110 consejeros provenientes de todos los rincones del país presentes en la sesión del Consejo Nacional del partido celebrada este domingo, 3 de octubre, el señor Delgado decidió levantarse y abandonar la sesión. En lugar de tomar en cuenta la justa indignación y las propuestas innovadoras planteadas por los integrantes de la autoridad máxima entre congresos nacionales, quien se ostenta como presidente del partido prefirió aplicar el clásico, “ni los veo ni los oigo”.
El león cree que todos son de su condición. Desde que Delgado fue impuesto como dirigente máximo por medio de encuestas organizadas de manera ilegal por el INE de Lorenzo Córdova, ha conducido el partido al margen de los estatutos y a partir de una estructura paralela que sólo rinde cuentas a él (https://bit.ly/3FggCwo). Frente a esta situación, en un desesperado intento por recuperar su liderazgo perdido, el pasado 20 de septiembre, Delgado anunció un “acuerdo político”, firmado por un conjunto de distinguidos militantes, legisladores, servidores públicos y figuras públicas (muchos de los cuales posteriormente se han deslindado de su contenido), donde, al margen de los órganos oficiales del partido, se toma la decisión de aplazar la fecha de realización del Congreso Nacional hasta el próximo año así como iniciar un proceso de empadronamiento indiscriminado que anula los derechos adquiridos de la militancia.
Dos días después de la publicación del acuerdo, el 22 de septiembre, el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) sesionó de manera apresurada e ilegal para “tomar posesión de nuevos integrantes del CEN” cuyos supuestos nombramientos no fueron realizados de acuerdo con los estatutos, aprobar nuevos “lineamientos para la afiliación y la credencialización” que violan la normativa del partido, así como nombrar de manera irregular a un conjunto de “delegados” en una docena de estados de la República.
Como colofón, la cúpula del partido también saboteó la sesión del Consejo Nacional convocada para este domingo, que se proponía discutir los acuerdos del 20 y 22 de septiembre. Recurriendo a una de las estrategias políticas más socorridas por el viejo régimen, se invitó a los consejeros nacionales a hacerle el vacío a la convocatoria para evitar que se constituyera el quórum oficial.
A pesar del boicot, los 115 dignos consejeros que sí asistieron coincidieron de manera unánime con la necesidad de volver a convocar al consejo de manera inmediata para reconducir el partido por el sendero de la democracia y la institucionalidad. Para ello, propusieron un amplio orden del día que incluye el establecimiento de mecanismos de vigilancia y transparencia para el proceso de afiliación, el reconocimiento a los derechos adquiridos de la militancia actual, el respeto absoluto a los estatutos del partido, la reglamentación al artículo 6 bis del estatuto para garantizar la debida valoración de “la trayectoria y los atributos ético políticos” de candidatos postulados por el partido, así como la aplicación de procedimientos eficaces para implementar la revocación de mandato dentro del partido.
No debe ser tarea difícil lograr el quórum legal de 141 consejeros para la próxima convocatoria. Todos los integrantes de este órgano fueron electos en el Congreso Nacional celebrado en 2015, y, por tanto, representan las bases más auténticas que le apostaron al obradorismo desde antes de la victoria de 2018. Cuentan con la fortaleza necesaria para resistir las presiones y los chantajes de la cúpula (lista completa de consejeros, disponible aquí: https://bit.ly/3owfizh).
De lo contrario, se debe aplicar el artículo 41 bis del estatuto, que señala que en caso de incumplimiento de sus labores, los consejeros deben ser sustituidos a partir de la lista original de 2015. Es decir, no pueden ser remplazados por los chapulines que hayan llegado recientemente al partido, sino que se debe recurrir exclusivamente a los nombres votados durante el primer congreso del partido.
A la mitad del sexenio, en el momento de máximo respaldo popular para el presidente Andrés Manuel López Obrador, el partido que él formó y lo llevó a Palacio Nacional se encuentra frente a una disyuntiva histórica: crecer desde sus raíces a partir de la activa participación de sus militantes y conforme a los estatutos del partido o empezar de nuevo desde cero a partir del desconocimiento tanto de la militancia actual como de la legalidad interna del partido.
Las acciones y decisiones recientes indican que la cúpula del partido ha elegido la segunda ruta. La militancia y los ciudadanos simpatizantes de la Cuarta Transformación tenemos la obligación histórica de empujar hacia la ruta de la democracia y el respeto a los principios fundadores de no mentir, no robar y no traicionar, establecidos por López Obrador desde el nacimiento del partido.