Una investigación periodística internacional coordinada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) ha puesto al descubierto una enorme red de empresas fantasma o “de papel” tras las cuales miles de personalidades políticas, empresariales, del espectáculo y de los deportes escondieron sus fortunas en paraísos fiscales. Figuran, entre muchos otros, los presidentes en funciones de Ecuador, Guillermo Lasso; Chile, Sebastián Piñera, y República Dominicana, Luis Abinader, así como Abdalá II, rey de Jordania; los de Kenia, Uhuru Kenyatta; Chipre, Nicos Anastasiades y Azerbaiyán, Ilham Aliyev, además de los primeros ministros de Pakistán, Imran Khan, y de la República Checa, Andrej Babis; el ex primer ministro británico Tony Blair, los ex presidentes Pedro Pablo Kuczynski (Perú), Porfirio Lobo (Honduras), César Gaviria y Andrés Pastrana (Colombia), Horacio Cartes (Paraguay), y Juan Carlos Varela, Ricardo Martinelli y Ernesto Pérez Balladares (Panamá).
En el recuento de los millonarios proclives a esconder sus fortunas, aparecen también la cantante colombiana Shakira, el español Julio Iglesias, la modelo alemana Claudia Schiffer, el entrenador de futbol británico Pep Guardiola y el jugador indio de cricket Sachin Tendulkar. Figura también el ex director del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss-Khan y numerosos empresarios.
Entre los altos funcionarios y ex funcionarios de diversos países, el listado recoge los nombres de unos 3 mil mexicanos, como el actual secretario de Comunicaciones y Transportes, Jorge Arganis; el senador Armando Guadiana, los magnates Germán Larrea y María Aramburuzabala, el ex consejero jurídico de la Presidencia Julio Scherer, Enrique Martínez y Martínez, ex gobernador de Coahuila, y los empresarios Ricardo Pierdant, Juan Armando Hinojosa y Carlos Peralta Quintero, estrechamente vinculados con el ex presidente Enrique Peña Nieto, entre varios otros, así como familiares de personalidades políticas en activo y en retiro.
La investigación destaca que, por medio de compañías registradas en sitios de muy relajada vigilancia fiscal, como Islas Vírgenes, miles de millonarios ocultaron partes sustanciales de sus fortunas, adquirieron bienes inmuebles y movieron por todo el planeta una cantidad enorme de dinero; posiblemente, cientos de miles de millones de dólares, en muchos casos sin someter esos recursos a los controles fiscales, patrimoniales y administrativos de sus países de origen o residencia.
Es importante destacar que el hecho de depositar fondos en paraísos fiscales por medio de empresas “ offshore” –figuras que por lo general sólo existen en legajos de archivero– no es en sí constitutivo de delitos, pero sí condición necesaria para cometerlos, como la defraudación fiscal y el lavado de dinero.
Debe señalarse también que si se tiene la plena disposición de cumplir con las disposiciones hacendarias y administrativas, no es necesario recurrir a los paraísos fiscales y las empresas fantasma, por más que los usuarios de estos mecanismos aleguen la preocupación por preservar su seguridad personal o por mantener el valor de sus fortunas en medio de entornos financieros inestables.
En suma, el hacerse cliente de los despachos que suelen fundar y administrar empresas offshore en destinos remotos y poco accesibles a la fiscalización constituye una zona gris entre lo ilegal y lo indebido, y debe activar la alerta en las autoridades para que investiguen al detalle las circunstancias en las que se empleó este procedimiento, así como el origen y el recorrido de los dineros involucrados para proceder conforme a derecho.
Finalmente, por más que no haya un quebrantamiento de la ley en la realización de esta clase de operaciones financieras, no por ello dejan de ser bochornosas; en el menos grave de los casos, son, por así decirlo, cosas buenas que parecen malas.