Sin aviso, la semana pasada se colocó la escultura Bihar (Mañana en euskera) del artista mexicano Rubén Orozco (México, 1979) entre las turbias aguas del río Nervión, en la ciudad de Bilbao, en el País Vasco. Se trata de la representación del rostro realista de una joven que emerge.
En entrevista con La Jornada, Orozco explicó que “es un ejercicio de pausar, mirar lo que está cambiando. Sobre todo, es una reflexión futura sobre lo que puede suceder si seguimos apostando por modelos no sostenibles que contribuyen al cambio climático. El futuro de Bihar, nuestro futuro, está en el presente.
“La escultura –continuó– está pensada para reflejar el devenir constante del tiempo que se representa a medida que la marea de la ría de Bilbao sube y baja. Es la expresión de toda una generación venidera, la idea de la expectativa.
“Los jóvenes son los que pagarán las consecuencias de todas las malas decisiones que tomamos los adultos, y determinarán si vivimos hundidos o sacamos la cabeza. Espero que esta obra nos ayude a repensarnos y, a través de ella, ver cómo puede llegar un momento en el que no estemos a flote.”
Bihar forma parte de la campaña de la Fundación BBK, el brazo benéfico de la entidad crediticia española Kutxabank, para crear conciencia social mediante proyectos de gran impacto.
Para la creación e instalación de la pieza, el escultor mencionó que participaron varios especialistas: uno se enfocó en el comportamiento de la pleamar y bajamar, mientras que ingenieros desarrollaron la estructura de acero que mantiene la escultura firme y sumergida, pues ésta pesa 3 toneladas y media.
“La obra de fibra de vidrio se realizó la mayor parte en México y fue seccionada en ocho partes para enviarla vía aérea y sumergirla en el sitio final entre el Museo Guggenheim de Bilbao y el puente Zubizuri, de Calatrava”, detalló.
El artista hiperrealista enfatizó que, además, recibió el apoyo de su cómplice y cónyuge: la artista tapatía Clara Alcántara.
Los bilbaínos despertaron hace una semana con la instalación en su paisaje, después de que un barco la llevara a la ría, cerca del centro de la ciudad, durante la madrugada.
“Al principio me daba una sensación de agobio, al tener más que la nariz fuera del agua, la veo un poco como que está dejándose ahogar, como un suicidio o algo así. Luego me ha dado una sensación de tristeza, me transmite mucha tristeza”, expresó Triana Gil, una habitante de la ciudad.
Otra espectadora, María, pensó inicialmente que la escultura era un monumento relacionado con un trágico suceso del pasado. “Hoy he sabido que no es por eso, pero también la gente le puede dar diferentes significados”, manifestó.
Bihar no es la primera obra de Orozco que sorprende a Bilbao. Hace dos años, su estatua de tamaño natural de una mujer solitaria sentada en un banco del parque, Soledad invisible, suscitó un debate sobre la vida aislada de los ancianos.
Anaís Ruiz López, con información de Reuters