Protagonista de la historia de los museos mexicanos, Mario Vázquez Ruvalcaba (1923-2020) fue objeto de un homenaje virtual póstumo en el marco de la 32 Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH). Fue presentada Mario Vázquez. Visiones del museólogo y el museógrafo, publicación que reúne las intervenciones de los participantes en dos ceremonias que le rindieron al ex director del Museo Nacional de Antropología, la primera, con motivo del Día Internacional de los Museos y, la segunda, a raíz de su fallecimiento el 2 de junio del año pasado.
De acuerdo con la antropóloga Ana Graciela Bedolla Giles, el conjunto de textos deja un testimonio escrito de este “gran personaje que no sólo le dio mucha vida a las galerías de México, sino también a la teoría museológica que tuvo vigor en los años 70. Todavía encontramos en las ideas teóricas y prácticas de Vázquez ciertas claves para explicar la museografía en el país”.
La publicación se divide en tres secciones. La primera, El hombre, incluye un artículo escrito por su hija menor, Cecilia Vázquez, en el que hace una remembranza de la infancia de su padre, “de las dificultades que enfrentó, los logros que tuvo a pesar de venir de una condición humilde y cómo este hecho lo hizo solidarizarse de tal manera con las clases populares”.
Un esteta social que merece reconocimiento
En la segunda sección, Mario Vázquez, museólogo, Leticia Pérez Castellanos explora todas las fuentes publicadas para realizar un trabajo de revisión y clasificación de los documentos y fotografías del homenajeado en el archivo del Museo Nacional de Antropología. Luego, Antonio Saborit en El magisterio, delinea una imagen del profesor al decir que “fue un curioso en la acepción del siglo XVIII, una persona que se esmera en la ejecución de las cosas, que las trata con diligencia”.
Mario Vázquez, museógrafo, la última sección, cuenta con un texto de José Enrique Ortiz Lanz, quien lo ubica en una corriente surgida a finales de los años 40, llamada Integración Plástica. Vázquez Rubalcaba crea una iniciativa nombrada “integración museográfica” porque lo que más le interesa es nutrir su propuesta alusiva de todas las disciplinas artísticas posibles, en especial la danza y el teatro, aunque también la plástica, apuntó Bedolla Giles. Otro texto es de una discípula suya, Norma Edith Alonso Hernández.
La arquitecta e historiadora del arte Yani Herreman se refirió a su colega como un “esteta social”, a la vez que trajo a colación al “Mario, amigo, persona, con sus grandes demostraciones de cariño, afecto y, de repente, de enojo y mal humor”. Recordó que de manera súbita, Vázquez Ruvalcaba decía sentirse mal, entonces, “podía acostarse en el piso de la oficina y hacer una serie de ejercicios de danza. Seguía comunicándose con nosotros mediante la gestualidad que solía presentar en las exposiciones”.