Washington. Miles de personas se unieron ayer en todo Estados Unidos a la Marcha de las Mujeres, la primera en la presidencia de Joe Biden, para rechazar los recientes esfuerzos por restringir el acceso al aborto. La acción se dio después de que el gobierno de Texas firmó una ley con la que prohibió casi todas las interrupciones del embarazo en el estado y a dos días de que la Corte Suprema decida el futuro de este derecho a escala nacional.
En Washington, con el lema “Manifestación por la justicia del aborto”, las protestas comenzaron a las 10 de la mañana con una reunión de fe en la plaza Freedom, pero al mediodía miles de personas la abarrotaron con consignas y carteles en los que se podía leer “El aborto es una decisión personal, no un debate legal”.
El contingente marchó luego por la avenida Pennsylvania hasta llegar a los escalones de la Corte Suprema. Algunas mujeres llevaban camisetas con la inscripción “1973”, año en que el máximo tribunal emitió el histórico fallo en el juicio de Jane Roe contra Henry Wade, entonces fiscal de Texas, que hizo legal el aborto para las estadunidenses.
Un grupo de manifestantes provida protagonizó una movilización más pequeña en la plaza frente al recinto para impedir que los defensores del derecho al aborto llegaran a los escalones, pero las actividades se reanudaron luego de que la policía del Capitolio supervisó el área.
En todo el país se llevaron a cabo más de 600 marchas hermanas, con una asistencia de más de 100 mil personas, reportó la alianza Marcha de las Mujeres, que reúne desde pequeños grupos feministas hasta grandes organizaciones, como Planned Parenthood.
La primera Marcha de las Mujeres se realizó en 2017 poco después de la asunción del anterior presidente republicano Donald Trump, a quien tildaron de sexista. “Volvemos a las calles por primera vez en la era Biden, porque con el cambio en el salón oval no se terminó el deseo politizado, perverso y patriarcal de controlar nuestros cuerpos”, señaló el grupo.
Hasta ahora se habían producido pocas protestas desde que el 1º de septiembre entró en vigor la ley de Texas, que prohíbe prácticamente todos los abortos en el estado y ha desatado una verdadera guerra judicial y un contragolpe en el Congreso.
La llamada ley de “latidos del corazón” de Texas prohíbe el aborto después de detectarse actividad cardiaca en el embrión, normalmente alrededor de las seis semanas. Eso es antes de que la mayoría de las mujeres sepan que están embarazadas y antes del momento en que se realizan entre 85 y 90 por ciento de los abortos, según expertos.
A dos días de la reanudación de las audiencias de la Corte Suprema que arbitrará la disputa, casi 200 organizaciones llamaron a los defensores del aborto a hacerse oír en todo el país.
“Luchamos para que el aborto no sólo sea legal sino también accesible y sin estigmas”, señaló en un comunicado la organización, que pide al Congreso consagrar el derecho al aborto en la ley federal a fin de protegerlo de una posible reversión en la Corte Suprema.
Un proyecto de ley en ese sentido fue aprobado hace una semana en la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, pero no tiene posibilidades de triunfar en el Senado, donde los republicanos pueden bloquearlo.
Por el contrario, impulsados por la entrada en la Corte Suprema de tres magistrados elegidos por Trump, legisladores conservadores locales lanzaron una verdadera ofensiva contra el aborto: desde el 1º de enero, 19 estados aprobaron 63 leyes que lo restringen.
Si la Corte anula la sentencia del caso Roe vs. Wade, todos los estados quedarían libres para prohibir o permitir los abortos. Así, 36 millones de mujeres en 26 estados o casi la mitad de las estadunidenses en edad reproductiva, probablemente perderían el derecho a abortar, según un informe de Planned Parenthood publicado el viernes.