Concluyamos la reflexión sobre trabajo productivo e improductivo y la ejemplificación de características y efectos en la economía estadunidense.
No olvidemos el comportamiento a largo plazo –casi 100 años– de la estimación de la rentabilidad general de la economía, tampoco que no menos de seis o siete factores –llamémoslos así– “ajustan” esa rentabilidad y que, en consecuencia, sus tendencias a largo plazo se “moldean” con esos factores.
Sólo hemos profundizado un poco en el ascenso y descenso de precios del petróleo, pero hay información para hacerlo en otros combustibles, como el gas natural y el carbón, lo que nos permitiría estimar la “factura de fósiles” y ver su peso en el producto. También de otros commodities, para estimar las facturas agropecuaria, minera y extractiva, entre otras. En ellas, fertilidad y ubicación de recursos son determinantes. Veríamos efectos de ascenso y descenso de precios en rentabilidad, la cual hemos estimado por la relación del ingreso nacional neto (sin compensaciones a empleados) con activos privados no residenciales.
Volveremos sobre ello para estudiar efectos de deuda y tasa de interés, grado de monopolio, capacidad instalada y utilizada, pago de derechos a la industria de información y comunicación ICT (por las siglas en inglés de Information and Communication Technology)… entre otros factores.
Hay posibilidades de hacerlo y hacerlo bien con la información de nuestros vecinos. Dan razón puntual y periódica de la que sigue siendo –sin duda y a pesar del movimiento acelerado de la economía de China durante los últimos treinta años– la primera economía del mundo. Quizá por poco tiempo más.
Según los más recientes datos del Banco Mundial, Estados Unidos aún representa 24.7 por ciento del producto mundial. El gigante asiático, 17.4 por ciento, casi lo mismo que la Unión Europea. Estos tres “bloques” concentraron 60 por ciento. ¡Participación impresionante!, por eso es ilustrativo consultar continuamente los datos, entre ellos los de algunas de las 11 entidades regionales de la Reserva Federal. Por ejemplo, la de San Luis Misuri (https://fred.stlouisfed.org/), con más de 800 mil series nacionales e internacionales de más de un centenar de fuentes, en algunos casos de casi 100 años.
Con esa fuente estimamos la rentabilidad general de nuestros vecinos, nos permitió identificar una persistente tendencia a la baja desde la Posguerra a 1991 y un estancamiento relativo de 1992 en adelante. Por eso llevan más de 30 años –en realidad desde Reagan– muy preocupados, particularmente por el descenso secular de su rentabilidad general.
El neoliberalismo impulsado desde ese gobierno –y en acuerdo con el gobierno de Margaret Thatcher en el Reino Unido– ha sido su respuesta obligada, un ataque a las condiciones de vida y trabajo de los asalariados y el fortalecimiento de actividades improductivas, en particular las FIRE (Financial, Insurance, Real Estate, por las siglas en inglés del sector financiero, de seguros e inmobiliario), entre otras medidas. Son mecanismos de ciertos grupos dominantes para eludir o contrarrestar esa tendencia a la baja de rentabilidad. Ya regresaremos a ello.
Ahora hay que concentrarnos un poco en la propuesta de cambio constitucional en el sector eléctrico. Muy compleja. Y analizarla con cuidado. De veras.