Aquella pregunta…
¿Quién pintó las pinturas rupestres?
Misterio sin resolver.
Tal vez alguien que deseaba dejar para la posteridad algo de lo sucedido.
AEM: ¿Y habría alguna diferencia entre las mujeres toreras que buscan expresarse y los toreros?
AAB: No, mira la necesidad del espíritu es la misma. Si tú quieres las mujeres son mucho más intuitivas que los hombres y los hombres tratamos de ser más analíticos. Mira, vamos a definirlo de alguna manera, pero la necesidad del sentimiento espiritual es la misma, las necesidades del alma yo si creo están regidas por el sexo, entendido que difiere de hombre o mujer y sí están regidas pero no en forma total: la angustia, el dolor o la frustración, el fracaso son lo mismo. El éxito, el gusto, el halago, la vanidad, el triunfo, el aplauso son iguales. La mujer es más sensitiva y el hombre también suele serlo y tiene más contacto con el público, con la comunicación.
AEM: ¿por qué el mundo de los toros es tan limitado para una mujer y hay tanta superstición?
AAB: no es que sea superstición, vamos analizando las cosas.
El toro es un animal muy celoso, el hombre requiere de toda la atención, de su potencialidad, de su mente, de su concentración si realmente quiere llegar a estremecer algo en los toros.
Antiguamente, se consideraba que la mujer en los toros era distracción, placer, amor, aventura, romance. Esto tiene su origen y su verdad. Pero a últimas fechas ha cambiado, se acaba esta superstición como tú lo llamas, que no lo es tanto, era una especie de alejamiento porque también cuando empieza la fiesta de los toros a tomar forma, en cuanto al torero a pie cuando le da forma y la instaura Pedro Romero y sus hijos, es un espectáculo muy cruel, porque los caballos morían de diez y de doce. Y no hubiera podido ir a los toros y ver sufrir a los caballos.
Entonces la mujer se horrorizaba por todo lo que sucedía en las plazas de toros, tú verás fotografías antiguas y la mayor parte de los asistentes eran hombres.
Cuando en 1928, Primo de Rivera ordena la instalación del peto en las plazas españolas la mortandad de los caballos decae de inmediato y la mujer regresa a los toros y ¿qué trae?
Su belleza, simpatía, feminidad, gusto, intuición, espiritualidad y mucho más porque la mujer también quiere participar de lo que sucede en el ruedo. Incluso quiere ser torera.
Yo no diría que esto representa una igualdad de los sexos, porque no creo en esa igualdad, somos tan radicalmente diferentes, desde nuestras apariencias, aunque haya hombres que se dejan el pelo hasta los hombros.
Cuando el torero en aquellos años se presentaba en una plaza, la madre, la esposa, la novia, las hijas se ponían a rezar frente un altar para que saliera con bien, hoy día van a la plaza de toros a ver al matador, al toro, al novillero, lo que sea, lo cual me parece mucho mejor que estar viviendo una angustia de lo que sucedía. Estar esperando una llamada era algo espantoso.
Todo esto trae un rompimiento de moldes; el crisol queda abandonado, lo que se consideraba, lo que debía ser no lo es ya, la mujer irrumpe en la fiesta y trata también de torear y no veo por qué no será sano.
¿Qué tenemos nosotros en contra de que una mujer toree? A mí me parece precioso. ¿Qué hay una superstición? De ninguna manera, lo que en realidad existe es un recelo de parte de un grupito conservador que dice que las mujeres son distracción y tal vez así sea. Pero no es un parámetro diciéndoles a las mujeres que son como Eva, motivos de tentación.
(Continuará)
(AAB)