Alguien dice que no todo lo que puede ser encarado necesariamente va a ser cambiado, pero que si se intenta cambiar algo, primero hay que encararlo. Encarar en el sentido de enfrentamiento sustentado en argumentos, no en fobias, de saber plantarse frente a determinado sistema no como desafío ocioso, sino con la certeza de que se esgrimen razones que la ceguera de la soberbia se niega a ver.
“Tras los semáforos, ¿qué y cuándo van a hacer algo los dueños del negocio taurino en la llamada nueva normalidad?”, se pregunta Guadalupe Loera, cuyas opiniones aparecidas en la columna anterior levantaron ámpula, y reitera: “¿qué espera el monopolio para echar a andar sus plazas fuera de feria pero dentro de un propósito serio de reactivar la fiesta a la brevedad?”
“En España todos los sectores se aplicaron con aforos limitados, ajustes de sueldos y de precios más transmisiones por televisión. En México, ni se unen voluntades ni se trasmiten por Tv los contados festejos, ni nada. Es insultante el silencio del monopolio en tiempos que demandan decisiones maduras y pronunciamientos oportunos, mientras legisladores grillitos reintentan un prohibicionismo que sólo refleja su ignorancia e irresponsabilidad política. Grotesco que un descendiente del diestro Bernardo Gaviño se preste a esas danzas oportunistas.
“Quisiera estar equivocada, pero hace pocos años alguien que estaba al frente de la Asociación de Criadores de Toros de Lidia organizó un certamen que se llamó Descubriendo un torero, muy similar a lo que TauroPlaza México ha organizado recientemente: México busca un torero. Estos concursos venden humo y no llevan a ningún lado, sólo ilusionan a los que participan y de ninguna manera serán incluidos en carteles con toreros consolidados. En estos pasados días uno que otro nombre aparece por ahí, veo mucho a Montoyita y a Francisco Martínez, los demás seguramente tendrán que vender boletos para poder torear en alguna plaza que está organizando un maratón con la misma ganadería en ocho fechas.
“TauroPlaza México, Casa Toreros y Tauromaquia Mexicana, entre otros, son responsables de que en nuestro país no hayan surgido nuevos nombres que arrastren público y afición a las plazas, sobre todo a gente joven que se interese por la tauromaquia; el despliegue mediático tendría que ser muy amplio e imaginativo para que la afición se renovara. Es imprescindible acartelar a jóvenes matadores como Pepe Murillo, Juan Pablo Llaguno, José Nava, Diego Emilio, Diego Sánchez, José María Pastor, Platerito y otros que demostraron su valía en el reciente certamen.
“Crónicas y reseñas de la prensa orgánica que está a las órdenes de las empresas, únicamente logran que la afición tenga una falsa percepción de lo que sucede en los festejos por el uso excesivo de la coba y su falta de compromiso con la verdad. La visión triunfalista de algunos, es la desilusión de la gran mayoría de los buenos aficionados. Nunca como ahora la gente necesita aprender de toros, pero no hay quien la capacite.
“Si bien varios de nuestros novilleros hoy triunfan en España −Isaac Fonseca, Miguel Aguilar, Diego San Román, entre otros− las relaciones taurinas con aquel país siguen siendo desiguales, sobre todo con la gestión de Simón Casas. Igual o más grave es que la asociación de matadores tampoco gestione a favor de los diestros mexicanos. Pero lo peor es que a nadie parece preocuparle que la fiesta de los toros se nos escurra entre las manos por caprichos y negligencias de algunos, más que por exigencias de la pandemia”, concluye contrariada Guadalupe Loera.