Ecatepec, Méx., Seis viviendas de la zona de La Palma, en Ecatepec, fueron desalojadas debido a que se encuentran en riesgo de colapsar a raíz del derrumbe de un cerro el miércoles a causa de las intensas lluvias. Mientras se concreta la reubicación de sus 31 moradores, el ayuntamiento ofreció pagar un plan de renta de cuatro meses, informó la directora de Protección Civil y Bomberos municipal, Victoria Arriaga Ramírez.
Las autoridades afirmaron que las casas construidas en la ladera forman parte de un asentamiento irregular. La funcionaria agregó que se tienen identificadas 100 construcciones en riesgo; sus habitantes serán notificados del peligro y se les ofrecerá alguna solución.
La mañana de este jueves varios vecinos acudieron a retirar la tierra, pero las autoridades se los impidieron por el riesgo de otro deslave y para evitar que las familias regresen. La zona permanece acordonada por rescatistas, mientras las autoridades municipales, junto con las estatales y federales, valoran las medidas a seguir.
Las autoridades calculan que unas dos toneladas de tierra se desplomaron a lo largo de unos 30 metros del cerro que forma parte de la Sierra de Guadalupe.
“Pensé que era lo último”
Arturo Cano, de 67 años, narró: “Estuve atrapado por cuatro horas, sepultado en la tierra que me llegaba hasta aquí (el pecho). Yo gritaba pidiendo ayuda y pensaba que no me escuchaban, pero llegó Protección Civil para sacarme y la libré”. Sólo sufrió lesiones leves.
La casa de Cano es una de las dos viviendas que más daños tienen. Con 28 años de residir en la zona, contó: “Yo había llegado de trabajar en mi taxi y estaba con mi esposa en mi casa, pero ella se subió a tender ropa. Eso la salvó y yo me quedé abajo. Ahí me tocó todo. Me sentía desesperado, angustiado, porque yo pensé que ya era lo último”. Fue trasladado a un hospital. Más tarde fue enviado a un hotel con su esposa, para pasar la noche.
En otra vivienda, ubicada en la calle Salinas de Gortari, las cuatro familias que ahí residían salieron ilesas, pero la tierra tiró su barda y sepultó sus muebles, ropa y demás enseres. Martha Sánchez, dueña de la casa, dijo: “Cuando escuchamos el derrumbe alcanzamos a salir. Se fueron 25 años de esfuerzo, pero lo importante es que estamos vivos”.