Ciudad de México. El libro Tiempos de colapso. Los pueblos rompen el cerco, del escritor y activista uruguayo Raúl Zibechi aborda la manera en la que han actuado los pueblos indígenas y no indígenas de América Latina después de que lograron estabilizar su situación interna por la actual pandemia de Covid-19.
El volumen, editado por Bajo Tierra Ediciones, fue presentado este viernes en la 32 Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH), con una charla virtual entre la editora Gizella Garciarena y el autor, quien es colaborador de La Jornada.
Con este material, el también ensayista y periodista da continuidad a un primer trabajo publicado en 2020, también por Bajo Tierra: Tiempos de colapso. Los pueblos en movimiento, en el cual se habla de un viraje hacia el interior de pueblos y comunidades de América Latina para cuidar la salud colectiva y evitar los contagios masivos en los primeros meses de la pandemia.
En este nuevo libro, en tanto, se da cuenta de cómo esos pueblos comenzaron a romper el cerco mediático y militar a partir de mediados de 2020 y empezaron a salir de sus territorios una vez que ya tuvieron que lidiar con lo que el autor define como microparásito, que es el virus, y el macroparásito, representado por las fuerzas militares, policiales y paramilitares.
En ese sentido, se destacan las acciones del pueblo mapuche, en el sur del Chile; de los pueblos originarios, negro y campesino del departamento del Cauca, en Colombia; del zapatismo en Chiapas y hacia el mundo, además de las importantes movilizaciones que tuvieron lugar en Perú, Chile, Bolivia y Guatemala.
“Luego de haber estabilizado la situación interna (por la pandemia), los pueblos, no sólo los originarios, sino en general, comienzan a volcarse en otro sentido, hacia fuera. Sin abandonar el cuidado de sus territorios, comienzan a salir, a tomar la ofensiva”, señaló Raúl Zibechi.
Mencionó que el primer caso sucedió en Bolivia, en julio del año pasado, luego de que el entonces gobierno de Jeanine Áñez había aplazado la convocatoria a elecciones, que debería haber hecho en enero o en febrero.
“En ese momento, impulsados por las organizaciones campesinos indígenas, lidereados por Felipe Quispe El Mallku, se producen a partir de agosto 70 cortes de carreteras en donde la presión del movimiento popular obliga a fuerza al gobierno de Áñez a convocar elecciones, que finalmente gana el Movimiento al Socialismo (MAS) con 55 por ciento de los votos, como una forma de luchar contra lo que se estaba implantando como una dictadura”.
Gizella Garciarena subrayó cómo la Covid-19 ha puesto de manifiesto las múltiples crisis propiciadas por la civilización capitalista, entre ellas la de los sistemas de salud, que a su decir demostraron su ineficacia, su inexistencia o las pésimas condiciones en que se encuentran, sobre todo en los lugares donde viven las poblaciones más desfavorecidas.
“Significó, también, la implementación de dispositivos de dominación que, a partir de detectar el confinamiento a escala mundial, reforzaron sistemas de control, de vigilancia de las poblaciones de la mano de fuerzas policiales, militares y paramilitares en todo el mundo, así como a través de la virtualidad a la que nos sometió dicho confinamiento. Mientras tanto, bajo el paraguas de la pandemia el capital y el extractivismo continuaron avanzando”, sostuvo.