Roma. Un artista italiano defendió su escultura de una campesina del siglo XIX contra las acusaciones de sexismo. Algunos legisladores y críticos de arte expresaron su indignación porque, dicen, parece más una estrella de cine que una campesina.
La escultura de la Spigolatrice di Sapri, basada en un célebre poema del mismo nombre, fue develada el 25 de septiembre en Sapri en presencia de autoridades locales y el ex premier Giuseppe Conte.
Se ve a la spigolatrice, o segadora de trigo, con un vestido que deja al descubierto sus hombros y está ajustado sobre sus glúteos. Los críticos dijeron que ninguna campesina del siglo XIX tendría ese aspecto, ni menos aún la heroína ficticia del poema de Luigi Mercantini, que abandona su trabajo agotador en el campo para sumarse a una insurrección siciliana contra la dinastía borbónica.
“Es una estatua inapropiada, descontextualizada y también ofensiva”, opinó la legisladora Laura Boldrini. “Se despoja a la mujer de su historia y su dignidad”.
La crítica de arte Teresa Macri, profesora de la Academia de Bellas Artes de Roma, declaró que la obra debería ser retirada.
“Es tergiversadora y comete el error de retratar a una mujer con una pose contemporánea y un aspecto mucho más parecido al de una estrellita de cine que a una trabajadora de 1800”, expuso Macri a The Associated Press.
El escultor Emanuele Stifano manifestó que acostumbra crear figuras de ambos géneros con la menor cantidad posible de ropa. Dado que la pieza de arte sería colocada frente al mar, concibió a su spigolatrice azotada por una brisa marina que ajustaría su vestido a su cuerpo, escribió en Facebook.
El objetivo, manifestó, no era retratar fielmente a una campesina del siglo XIX, sino “representar un ideal de mujer, evocar su orgullo, el despertar de una conciencia, en un momento de gran patetismo”.
El artista expresó que estaba “estupefacto y desalentado” por las críticas y destacó que la ciudad de Sapri, que le había encomendado la estatua, aprobó su boceto.
En defensa de la obra, el alcalde, Antonio Gentile, opinó que el sexismo “está en el ojo del espectador”.
“Creo que se han derribado estatuas solamente en países donde la democracia está suspendida”, señaló Gentile al rechazar la posibilidad de retirar la escultura.
Otras muestras de arte público moderno han provocado escándalo en Italia, cuyo patrimonio cultural incluye algunos de los mayores tesoros artísticos de Occidente.
Cuando las autoridades romanas develaron la estatua de san Juan Pablo II frente a la estación ferroviaria central en 2011, el Vaticano declaró que se parecía más al dictador fascista Benito Mussolini que al difunto Papa.
Finalmente, el artista rehizo la cabeza para que se pareciera más a la del pontífice santificado.